Licenciado en Derecho y MBA por IESE. Lleva 27 años trabajando en el sector financiero y desde 2006 dirige la división de "corporate finance" de Banco Sabadell. Ha sido cofundador de 6 empresas y cofundador de Fundación Ananta, que desde 2004 organiza eventos y actos en pro de una empresa y un mundo con valores. Ha sido coautor con Ramiro Calle de los libros "Dividendos par el alma" (2005) y "El cielo en la tierra" (2007).
He dormido muy profundamente esta noche y el descanso me ha reparado. Me he levantado con la mente muy limpia e incondicionada, con esa sensación de frescura y calma mental que a veces nos llega y que nos sitúa de modo distinto ante la vida y el mundo.
Me he tomado un café en el silencio de la mañana temprana, sólo roto por el suave susurrar de la brisa en los chopos (suenan como un arroyo), y he estado observando cómo los pensamientos llegaban y se iban, intentando que ninguno de ellos se enganchara y alterara mi estado de quietud. Y he leído algunos de los mensajes inspiradores con los que intento empezar el día, desde hace muchos años, y que para mí son la puerta a la labor diaria desde otra consciencia, casi desde una atalaya: me preparo para todos los intercambios de cada jornada desde las palabras más elevadas, que sirven no solo de guía, sino también de refugio.
De repente, fuertemente, me ha llegado un pensamiento insistente, que no ha pasado ante mi como los otros: pasar página, mirar adelante, no atascarme; considerar que todo lo pasado en esta vida ha sido aprendizaje para a partir de ahora surgir nuevo, como si volviera a nacer pero con toda la experiencia acumulada. Y sin tener que pasar otra vez por todas las dependencias naturales (bebé, infancia) o artificiales (las que cada uno se impone, las que nos imponen otros) que condicionan la vida de las personas.
Pasar página significa ver todo con otros ojos, rompiendo patrones de pensamiento cristalizados y también caducos; significa mirar al otro como si fuera la primera vez; significa redescubrir muchas cosas: la belleza del amanecer y del anochecer, el cielo azul, el sol que nos calienta, el bellísimo contraste de la naturaleza bañada por el sol, el heroísmo que existe en el mundo (si, es cierto que hay mucha traición, pero también hay innumerable nobleza y heroísmo).
Significa decirse a uno mismo: el mundo comienza hoy, mi nueva vida comienza ahora, el futuro es una página abierta, llena de potencial. Decirse a uno mismo: el equilibrio, la calma, la ecuanimidad, sólo dependen de mi. Decirse a uno mismo: no importa que haya pasado de los cincuenta o de los sesenta o de los setenta, pues la vida empieza ahora, en toda su dimensión y belleza, como un milagro que se recrea cada vez. Prometerse a uno mismo: es tiempo de trabajar por aquel exhorto recibido hace dos mil años: "amaos los unos a los otros". Es tiempo, como acertadamente escribió mi querido profesor Juan Iglesias, "de que el Evangelio se estrene en Europa" (podemos extender esta frase al mundo).
Pasar página requiere dar la espalda a todo lo que atasca. A las murmuraciones y rumores, a las maledicencias, a las conversaciones vanas y estériles, a las actividades que no aportan nada al alma, a todo aquello que niega nuestra realidad superior, nuestro ser, y en cambio abona nuestra personalidad, nuestro ego, cuyas manifestaciones más zafias son realmente zafias. Significa no recrearse en aquel o en aquella que nos hicieron daño, sino simplemente entender que aquel daño fue fruto de su ignorancia o de la nuestra, merecedora de compasión, pues todo vuelve, sin remisión. Significa empezar a entender nuestra doble realidad como alma y personalidad, que necesitan ser integradas aquí en esta vida, para lo cual no tiene sentido renunciar a la materia (que es nuestro vehículo) sino habitarla en el mayor equilibrio para que algún día el espíritu se manifieste pleno también aquí en la tierra. Significa intentar huir de todo lo que contamina y emborrona, de lo que nos densifica, de todo aquello que nos ata a la tierra sin permitir que despleguemos nuestra capacidad innata.
¿Y cuál es nuestra capacidad innata? Ya se ha dicho muchas veces, "pensar como dioses en vez de pensar como hombres", a partir de la afirmación de "Sois dioses" que aparece en el Evangelio de San Juan. Esa es nuestra capacidad innata, pero resulta más que evidente para cualquier observador que los humanos nos hemos olvidado de ello, que hemos renunciado a ello, quizás para manifestar justo lo contrario.
Pasar página significa superar el pasado. Es fundamental superarlo para no seguir atascados. Hay que retener las enseñanzas del pasado para no tropezarse de nuevo en la misma piedra, pero es muy importante arrinconar definitivamente las injusticias, cuitas, infidelidades que hemos recibido y que también hemos emitido al lugar de nuestra mente en el que deben estar: desde luego no en primera línea, prontas a ponerse en la mesa. Y si el pasado se recrea, que sea con la máxima limpieza y ecuanimidad: para proponer justicia y nunca venganza o revancha. Como ejercicio higiénico para poder empezar de nuevo.
Estamos viviendo los hermosos días del verano, los más largos del año, que nos regalan sus calores y sus brisas, sus cielos despejados y generosos. Muchos de estos días los perdemos en insultos, en ofuscaciones y odios. Este escape energético es un desperdicio colosal y somos los primeros damnificados. Nos autolesionamos de continuo. No tiene ningún sentido. Por eso es tiempo de mirar adelante sin engancharse en el pasado, en todos los ámbitos, para escribir en un papel limpio y blanco, intentando que sea con buena letra y la mejor disposición.
Todos y cada uno de nosotros necesitamos pasar una o muchas páginas. Esto requiere valentía y desapego. Pero es el único camino para empezar a vivir despiertos, desde la mayor consciencia. Y estar despiertos significa aumentar nuestra capacidad de percepción para ver más allá de lo aparentemente visible. Supone empezar a escuchar y entender otros mensajes que proceden de un mundo mucho más sutil. Y supone también que somos responsables de la energía que emitimos y que tenemos que estar a la altura de los tiempos.
Leo en "las hojas del jardín de Morya" acerca de las páginas que nos depara el futuro, y con esa idea presente en la cabeza empiezo este día lleno de posibilidad y de armonía con ese hermoso objetivo de trabajar en sosiego y en paz.
"Aceptad lo accidental
como preordenado.
Todo es previsto por Nosotros.
Cada acontecimiento
aparentemente fortuito
es una página del futuro.
Laborad con valor, y en paz."