Es la canción de cada año, la misma letra y la misma música. Con el final de agosto se cierra el período vacacional por excelencia para prácticamente todos, que no quiere decir que sea el mejor, simplemente es el típico. Yo y muchos como yo pertenecemos a esa hornada, los últimos de agosto y ahora va a tocarnos, como lo han hecho los que ya las han podido disfrutar, ser diana de las sanas envidias y comentarios jocosos de quienes ya no se acuerdan de su pasado disfrute. Yo tengo un par de pajarracos parecidos al "cuco" que no resisten verme aposentado en mi nido vacacional.
Suelo toparme con ellos cuando faltan dos o tres días para que finalicen mis vacaciones, como si te olieran. Te miran fijamente a los ojos y con una sonrisa que se asemeja a la mueca de un pez piraña y a lo bajín te sueltan "esto ya se acaba, ¿eh?". Pero, bueno, hay que ser realistas, reconocer que nada es eterno y que todo acaba para luego volver a empezar, así es la vida. No es que nos quede París, pero nos queda septiembre, el mes por excelencia en todos los sentidos y tal vez el mes, si el tiempo no se desmadra más de lo normal, que nos va a brindar la posibilidad disfrutar más de la calidad que de la cantidad, de momentos más cortos pero también más intenso. Aprovechémoslos. ¡Clotellada a tanto casero envidioso!