El 11 de febrero de 2009, inicié o por lo menos intenté, entrar en el mundo de aquel señor al que mi padre respetuosamente llamaba el senyor Bosch de sa farinera.
La harinera, conocida por La Minerva, ocupaba uno de los edificios más emblemáticos del Andén de Levante, medianera con el almacén del acreditado mayorista Cristóbal Thomas, formando esquina con la subida a la cuesta que se une con la de la Independencia, Reynés.
Sa Farinera fue adsorbida en 1960 por La Moderna (de la cual ya informaré). Uno de sus socios era don Pedro Montañés Villalonga, al cel sia, y como todos muy bien sabemos, amén de ser un caballero, fue un conservador, espíritu que heredaron sus descendientes, continuando respetando viejas estructuras, que molts les havessin tirat cap avall. De ahí que el actual restaurante, que ocupa lo que fuese fábrica harinera, continúe con su estructura, de línea sencilla, la que en su día dibujara el arquitecto Femenías, en gloria esté, con un carácter muy nuestro, apropiado para baixamar.
Esta especie de, llamémosle, investigación me la propuso uno de sus nietos, Pedro Jaime Bosch Barber. Reconocido oftalmólogo, apreciado escritor, una de las plumas más importantes de nuestro diario. De escritura fácil, amena, con su estilo propio y que lamentablemente hace unas semanas nos tiene privados de sus dietarios. Encargo que le agradezco, por lo mucho que me ha aportado en beneficio de mi humilde conocimiento popular.
He de confesar, que hasta el momento presente la cosa no ha sido fácil. Gens ni una mica. Averiguar la procedencia de don Francisco Bosch y la de sus antepasados. El porqué de la harinera, el de ser cónsul de Grecia, su paso por la cámara de comercio, concejal en el Ayuntamiento ,entre otros muchos cargos más, y otra pregunta que me hizo cavilar fins arribar a fer-me bategar es cervell. ¿Por qué figuró en la esquela de D. Jorge Teodoro Ladico Olivar, fallecido en nuestra ciudad el 27 de septiembre de 1926, junto a los familiares de aquél? ¿Qué lazos les unía?
Otra de las preguntas, que qualque estona m'ha fet tornar ben boja, ¿cómo pudo lograr el hijo de un zapatero "de banqueta", de condición humilde, subir de estatus, sin cruzar el océano, rumbo a Cuba, o el Mare Nostrum, desembarcando en Argel, tal como se estilaba por aquel entonces?
En primer lugar contacté con alguno de sus nietos, por si recordaban algo del abuelo, pero han pasado tantos años, que poco o nada recuerdan, lógico, es natural que siendo niños l'avi no les hablara de los dolores de cabeza que significaba el negocio des blat. A pesar de ello, debo agradecer la buena predisposición con esta servidora, manteniendo una xerradeta con sus nietas, María Luisa Félix Bosch y Elodia Bosch Rodríguez.
Mientras tanto, mi mesa de trabajo se encuentra desbordada de papeleo, todo él alusivo al tema que me ocupa. He de confesar que inicié varios escritos, todos ellos mandados a la papelera, hasta que por fin di con lo que verdaderamente encontraba de gran interés, decantándome por repasar el libro de "Los Cónsules" de Deseado Mercadal, junto a los periódicos de aquellas fechas, sorprendiéndome de que en 1820, el hijo del acaudalado comerciante y marino Jorge Ladico Antipa, fundador de una casa de comercio y banca que funcionaba bajo la razón social de Ladico Hermanos, Jorge Teodoro Ladico Mirandoli, fue cónsul de Grecia y de Austria-Hungría desde 1827 hasta su muerte en 1847. Le sucedió su hijo Teodoro A. Ladico Font, llegando a 1863. El 13 de junio de 1902 su hijo Jorge T. Ladico y Olivar, finalizó el 27 de septiembre de 1926 nombrado para sustituirle don Francisco Bosch Ponsetí, el cual fue el último en dirigir, puesto que a su muerte acaecida el 6 de marzo de 1958 ya no se nombró sucesor.
Si bien es senyor de sa farinera fue nombrado Cónsul de Grecia, con mucha anterioridad, 21-4-1905, en casos de ausencia o indisposición del señor Ladico ("La Voz de Menorca"), él disponía de poderes, autorizado desde Madrid.
Tras haber estudiado concienzudamente el libro titulado "La Colonia Griega", establecida en la isla durante el siglo XVIII, de Francisco Hernández Sanz, junto a cantidad de documentos del archivo de la biblioteca pública, haber recurrido a cajas, prensa escrita nacional y menorquina, amén de un preciado legado de infinidad de folios, pliegos y documentos que hace unos años un buen amigo me regaló perteneciente a los Ladico, escritos en griego, francés, ingles, castellano, i en pla, creo conveniente desglosar a la familia de procedencia griega, antes de entrar con el señor Bosch. Si bien es cierto que destacados historiadores se han dedicado al tema, a buen seguro algo nuevo aportaré, debido como digo más arriba al material inédito que poseo, a buen seguro de gran valía.
Menorca, bajo la bandera inglesa, se convirtió en próspera. Mahón era codiciada por su estratégico puerto. Kane supo revalorizar la isla, lamentablemente no sucedió lo mismo con los generales Anstruther y Wynyard. No obstante, la colonia griega iba proliferando, demostrando sus excelentes cualidades cara al comercio, especialmente el marítimo, fueron navegantes fins dalt de tot.
1743 fue el año en que los griegos expusieron sus ansias de poseer un lugar sagrado, donde poder orar a la vez que dar sepultura a sus muertos. Tras infinidad de tiras y aflojas, allá por 1749 llegaban los alexianos, que tanto tuvieron que ver con el logro. No obstante, els deix de banda, dirigiéndome a principios de 1750.
Puerto de Mahón 1753, Llegaron procedentes de Corfú los hermanos Jorge, capitán de navío, Andrés y Juan, al mando de sendos barcos de su propiedad. Hijos de Atanasio Ladico y Dicimira Antipa. Jorge heredó de sus hermanos menores Andrés y Juan, que fallecieron siendo solteros. El primero en Argel y el segundo en Corfú, tierra que le vio nacer.
Jorge, al que podríamos llamar el superviviente, junto a su buen nombre como responsable del tesoro griego de la iglesia ortodoxa, ser el hombre de confianza de sus paisanos, le otorgó que lo fuera por los comerciantes, de aquel Mahón, todo ello paso a engrosar sus arcas, enriqueciéndose, como se puede comprobar a lo largo de la historia de dicha familia. Engrosando el patrimonio inicial con fincas, campillos, huertos, casas y terrenos, amén de importantes sumas de dinero que fue creciendo con los intereses que le reportaban sus prestamos.
Jorge Ladico Antipa nació en 1727 Argostoli, capital de la isla de Cefalonia, falleció el 30 de julio de 1803. Al llegar a la isla debía contar 26 años. Casó con Rosa Mirandoli Cucuchilini, de Livorno, estableciéndose en la calle del Cos de Gracia, frente la iglesia ortodoxa. A lo largo de su matrimonio tuvieron 8 hijos, todos ellos nacidos en Liorna, menos los dos pequeños de la familia. Llegando por este orden: Jorge Teodoro, fallecido a tierna edad; María, Ana, Juana, Isabel, Magdalena (que casó con el barón de Gauci), un nuevo Jorge Teodoro (nacido en 1774, murió el 12 de enero de 1847) y Catalina.
El último varón del matrimonio Ladico Mirandoli, llamándole con el mismo nombre que el primogénito fallecido. Fueron sus padrinos de pila Nicolas Alexiano y su esposa Anna Chiessa, hija del pintor Giusepe Chiessa Barati.
En el padrón de nuestra ciudad de 1834 detalla que Jorge T. Ladico Mirandoli vivía en la plaza del Carmen 14 (actualmente plaza Príncipe), estaba casado con Antonia Font Carreras Roselló y Squella ( 16-10- 1818), según libro de Casamientos, hija del doctor don Juan Font, Fiscal General de Menorca .
Tuvieron tres hijos: Spiridoff Juan y Tzeodoro (5 de abril de 1825, curiosamente falleció el 8 de diciembre de1912, festividad de la Inmaculada, patrona de la iglesia del Cos de Gracia, levantada al culto griego por sus antepasados y la colonia de aquel país establecidos en nuestra ciudad, que se dedicaba a la religión católica desde el diciembre de 1868 si sa memòria no me falla.
El excelentísimo señor don Teodoro Antipa Ladico y Font vio la luz primera en la casa rotulada con el 14, esquina con la del Castillo, un enorme caserón. Los de mi edad recordamos haber visto en uno de sus pisos a don Juan Hernández Mora y su esposa doña María Sanz, maestra nacional de davall sa plaça. Mientras el primero lo ocupó el notario señor Maceda, de grato recuerdo, tan querido por cuantos le tratamos. De ahí que sus despachos sorprendieran, con sus preciosos cels rasos pintados por requerimiento de Ladico.
(Tal cual hacían los viejos contables, al finalizar la suma con las siglas de s.e.u.o, deseo expresar lo mismo con los datos y fechas; s.e.u.o., que viene a decir lo mismo que salvo error u omisión)