A la edad de 95 años falleció en su Mercadal natal Don Manuel Luque Pascual, un personaje de difícil parangón dentro del mundo de la educación menorquina. Ha muerto un Maestro, en mayúsculas, un hombre que hizo de su vida una total y apasionada dedicación al magisterio. Nacido en 1915 en el seno de una respetada familia mercadalense que le que influyó decisivamente en todos los aspectos de su futura formación humana y académica, inició desde muy joven su camino hacia lo que después sería el norte de su vida, asimilar primero y expandir después en varias generaciones de alumnos, una vocación analítica y rígida de la educación con la que aspiraba inculcar entre sus discípulos las más valiosas y enriquecedoras esencias del saber en base a los valores éticos, humanos y religiosos que constituyeron su único e irrenunciable patrimonio terrenal. El senyor Manolo, como fue siempre conocido por sus colegas de profesión, amigos y alumnos de todas las edades que pasaron por sus aulas, fue un ejemplo vivo y transparente del auténtico modelo del Maestro de Escuela, vocacional, austero, entregado en cuerpo y alma a su profesión, preparadísimo y exigente, primero con él mismo, y luego con sus alumnos de los que conocía al dedillo sus posibilidades y limitaciones.
A los 14 años inició en Palma la carrera en la Escuela Normal de Magisterio, terminada la cual obtuvo su primer destino en el pueblo leridano de La Serra (Baronía de Rialp), preparó después oposiciones en las que obtuvo el número uno de Balears, lo que le posibilitó acceder a una plaza en propiedad en Alaior, donde fue además -corría el año 1950- uno de los fundadores de la Academia privada que dirigía Don Joaquín Pardo en la que se prepararon muchos jóvenes que luego alcanzaron puestos de prestigio en el mundo laboral y profesional. En 1960 pasó al Colegio Público de Es Mercadal donde desarrolló una fructífera labor a la que dedicó incontables horas que complementaba con clases de repaso y preparación para futuros maestros y otras profesiones, hasta su jubilación en 1987. Su fama como hombre inteligente y analizador certero, le hizo confidente y asesor en múltiples consultas de muchos de los que fueron sus discípulos en busca del consejo siempre sagaz y clarividente del justo y brillante profesor mercadalense.
Amante declarado de las formas más auténticas de la vida, sus diarios paseos al "caragol de Lanzell" fueron para él una fuente de inspiración y confirmación en sus inquebrantables afinidades con la naturaleza como obra de Dios. Descanse en paz senyor Manolo, su paso por el mundo no fue en vano. Todos los que fuimos sus alumnos, y quienes le conocieron bien, no le olvidaremos jamás.