Este segundo domingo de febrero está dedicado desde hace más de 50 años a llamar la atención de la iglesia y sociedad españolas sobre la todavía acuciante realidad de subdesarrollo de muchos pueblos, situados en África, Asia, y Latino América.
Manos Unidas, organización nacida en el seno de la Iglesia Católica –concretamente de las Mujeres de Acción Católica– comprendió, desde el primer momento de su establecimiento que debía ajustarse a dos pautas: unidad de acción entre sus miembros, evitando dispersiones dañinas, y eficacia en la planificación de su actividad.
"Manos Unidas" comprendió que la eficacia de programación se debía concretar en proyectos destinados a promover un auténtico desarrollo cultural, sanitario, educativo, promocional, de las poblaciones de esas naciones. Proyectos, no al azar, improvisados, utópicos, sino, razonados, estructurados desde su concepción, y revisados estrictamente en su ejecución.
Junto a esta eficacia de acción, Manos Unidas ha sumado, desde siempre, la estricta aplicación de los recursos financieros a la finalidad de los proyectos con la garantía total de su destinación a los mismos, sin desviaciones de ningún tipo.
Reconocida con el Premio Príncipe de Asturias, llama nuevamente a la comunidad eclesial menorquina, y a toda la población, a concienciarse de la permanencia de unas realidades de injusticia a nivel mundial, y a solidarizarse con los proyectos.
Manos Unidas, a través de sus delegaciones dotadas de iniciativa propia, ofrece múltiples formas de solidaridad. Manos Unidas de Menorca ha optado primordialmente por los talleres de confección de objetos variados, realizados por voluntariado, y que pueden ser adquiridos por las personas en los establecimientos de exposición de los mismos.
La Delegación de Mahón, situada desde hace unos meses, en la calle de Isabel II confía en que ésta su nueva ubicación continúe siendo tan frecuentada como la anterior.