El teatro es una actividad cultural muy apreciable. Es una de las bellas artes. El teatro forma parte de la historia cultural de nuestra civilización. Una buena representación debe de contar con un buen decorado escénico y una buena trama a desarrollar.
También es imprescindible contar con buenos actores que sean mínimamente solventes y sepan utilizar los recursos escénicos con destreza. Para dar solidez a la obra deben de saber mostrar autenticidad y convicción.
Otra cosa distinta, aunque quizás no tanto, es "hacer teatro". Muchos lo hacen para disimular. Esto pasa especialmente en política. De hecho buena parte de los llamados gestos políticos no son sino puro teatro. Son muestras del arte de Talía.
Este pasado domingo se ha estrenado una nueva obra teatral en Barcelona. La obra ha sido representada en varios escenarios al tiempo incluyendo algún camión (similar al ingenio mecánico, el correcaminos turístico, que ha alquilado el Consell Insular para promocionar Menorca como paraíso del "all inclusive"). La representación en cuestión ha resultado ser una obra triste y un tanto vulgar.
La obra, titulada "Independence day", se ha estrenado en la segunda ciudad española después de previos ensayos en varias poblaciones catalanas. La representación se había dividido en tres actos. El primero de carácter introductivo a la trama se titulaba "Catalinia is not Spain". El segundo acto, dividido en tres escenas, desarrollaba la trama: "we want to spend more and more", "no limits for our waste" y "up with the squandering"
(Queremos gastar más y más, reivindicamos las pérdidas sin límite, y viva el despilfarro).
Finalmente el tercer acto acababa con el estallido final, el desenlace, cuando todos los actores parodiando a Freddy Mercury (Queen) aullaban frenéticamente al unísono: "We want to be free".
La obra había sido profundamente anunciada por los cauces conocidos. Contaba con muchos apoyos incluido el de "La Vanguardia", que recién incorporada ahora al nacionalismo más endémico, ha apoyado "a tope" esta opereta para conseguir que la representación fuese un éxito (hay que corresponder a las nuevas subvenciones de CiUuuuuu y agradarles con una edición en catalán).
Pero lamentablemente el estreno no ha sido tal éxito. Desilusión. Ha sido una obra fallida. Quizás debido a lo repetitivo del argumento. Nada nuevo bajo el sol. Un nuevo fracaso del conocido gremio intelectual fenicio-obsesivo. "A never ending story".
Sólo se lograron vender algo más del 15% de las entradas. El restante 85% de la audiencia prevista no quiso, renunció a ver la obra en cuestión a pesar de la pedagogía que decía impartir y que se había predicado tan necesaria para un público presumiblemente oprimido. Especialmente emocionante ha sido la variopinta presencia de exóticos invitados como testigos de excepción del estreno: una despierta ugandesa, una verde finlandesa recién salida de la sauna roja, dos vascos y vascas y algunos magníficos flamencos belgas.
Uno de los actores principales ha sido un tal Artur Más, actualmente empleado como gran edecán de las consignas nacionalistas transmutadas en dogmas modernos. Para cooperar con la obra se han contratado también como actores de reparto a los conocidos, aunque ya mustios, Jordi Pujol y su círculo de amistades peligrosas. El elenco ha sido extenso, no se ha reparado en gastos, pero no se ha podio evitar el fracaso de taquilla que los críticos mejor informados ya habían anunciado y advertido. Ello ha entristecido a los actores que acostumbrados a cobrarse la comisión del 3% se han quedado sin paga.
Nota bene: La representación de la llamada consulta independentista en Barcelona ha sido una bufonada cutre y pura y exclusivamente folklórica. La tontería en grado sumo.
Una chuminada. La irrealidad vivida como teatro. Un querer y no poder. O mejor, un poder y no querer.
Quienes en el Parlament, bajo el mando del ese primer actor, el galán Artur Más, se niegan a apoyar mociones sobre independencia por saber perfectamente la ruina que ello conllevaría a Cataluña (deslocalización de más empresas, pérdida de buena parte del mercado español, enfrentamiento definitivo entre las dos cataluñas - la abierta y la aldeana, el grandioso aumento de impuestos, bajada del PIB, etc.) , salen ahora a la calle para votar afirmativamente lo mismo que votan negativamente en el Parlament.
Atizar el fuego en una urna inútil mientras luego lo apagas desde el escaño describe a quien lo hace. Son las tácticas del bombero pirómano. A escasos meses de haber tomado mando en plaza y al comprobar la magnitud del grandioso crac económico que sufren, al ver que ya no se les compra más deuda, al ver que "rien va plus" ahora, el galán, tendrá que apagar los fuegos que él mismo provoca con sus declaraciones. Pedagógico e ilustrativo.