Lo dicho, que en la que os descuidéis me tiro del barco y hasta más ver. Visto que la generación del mañana, la mía, hoy se está quedando sin futuro, habrá que pasarle el testigo en esto de salvar al Mundo a los que vienen después, para que sean ellos los que lidien con el marrón. Pero si te soy sincero, amigo lector, tampoco creo que sea una solución acertada porque me temo que no estarán preparados para plantarle cara a lo que venga. Y eso, de entrada, se nota en las peleas de patio de colegio donde antaño te hacías un hombre a base de capones a los que contestabas con intentos de patadas ninja voladoras que veías al mediodía en Bola de Drac. Ahora los niños son, o sea, más cursis.
Hace unos años cuando algo ni iba bien o simplemente el aburrimiento era horroroso, se improvisaba un ring en el patio y dos niños se hostiaban recurriendo al repertorio de patadas y puñetazos que devoraban en la televisión. Ahora todo eso ha pasado a mejor vida. Hoy en día cuando dos niños se enfadan, la amenaza más flagrante es aquello de "a que te borro del Facebook". Psicológicamente es horroroso tanto para uno como para otro. El miedo a vivir en el olvido de las redes sociales condiciona tanto al muchacho o muchacha de turno que no le deja en paz. Antes te peleabas y cuando terminabas sin saber exactamente porqué, los dos adversarios se convertían en amigos y acababas compartiendo el bollycao e intercambiando cromos.
Hace unos años ser niño era muy duro pero aprendías a sobrellevarlo. Cuando papa y mamá te ponían un plato de verduras delante había dos opciones: O te lo comías o, capón mediante, te lo comías. Ahora no, si un niño no quiere comerse las acelgas llorará, berreará y mandará a tomar viento fresco a sus padres antes de ceder. Y acabará degustando bollería industrial. Porque ahora, darle un capón al niñato de turno, es ponerte a la altura de Hitler, Mussolini, Sadam Husein o una simbiosis de los tres juntos. Además de la amenaza de denuncia. Así de gilipollos salen algunos.
Antes, cuando el Mundo te daba la espalda, le tocabas el culo y te reías de todo. Ahora cuando las cosas no pintan claras no puedes hacerlo porque te cae una denuncia de acoso encima, que te pasas... Y así está el Mundo, que no se termina de decidir. Y mientras, el milagro de los amigos en Facebook sigue creciendo. Tengo unas ganas de tener una pelea en el patio de colegio y borrar a alguno...
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