Ha muerto el maestro a los 99 años de su edad. Él, que era un sufridor lúcido, al fin descansa.
Sábato deja una obra profunda, a veces difícil de leer, pero siempre esclarecedora de los más siniestros recovecos del alma humana. Al fin y al cabo la literatura, la Buena Literatura, no es más que un 'harrowing of hell'; un 'descendo ad inferos'. Ya lo pensaba yo hace mucho (vid. mi artículo al respecto "Reflexiones sobre la novela" en Menorca 16/04/2007) y Ana María Matute me ha reafirmado en esa convicción cuando ha dicho aquello de que: "en la literatura como en la vida,seentra con dolor y lágrimas".
Sí –pienso– lo demás farfolla etrusca.
¿Quiere esto decir que un 'biencomido', nacido entre algodones no puede hacer buena literatura? En la mayoría de los casos yo diría que no, todo lo más escribir (algunas veces como churros) cuentos largos. Hay algunas excepciones sin embargo: un liberal en el peor sentido de la palabra, como Mario Vargas Llosa, es capaz (algunas veces, no todas) de grandes profundidades psicológicas, lo cual en algún sentido le redime.
De todas maneras últimamente se le ve bastante tranquilito políticamente. Debe ser la edad.
Pero volvamos al maestro y más concretamente a sus novelas el 'Túnel,' 'Sobre Héroes y Tumbas', 'Abaddón el Exterminador'. En esta trilogía aparece el Sábato más introspectivo, fruto de una infancia y adolescencia solitaria, tímida y aderezada con una angustia permanente. Me ha llamado siempre la atención su punto de vista sobre la crueldad humana, en su versión cono-sur americano. Y es que el que es cruel por aquellas latitudes lo es de manera especial (me consta por experiencia personal): sofisticada, retorcida, mestiza. Sábato en sus relatos no vacila en destapar esa caja de Pandora una y otra vez. Recuerdo cuando, hablando del Mal con mayúsculas, contó como unos nazis, amenazando de muerte a un judío, le hicieron comer una rata. Viva.
El Horror y los ciegos
De hecho, en el "Túnel" aparecen horrores de esa índole e intensidad. Como en aquella escena en la que unos desalmados arrojan desde la calle y por una ventana, la cabeza cortada de su opositor político a la alcoba de su casa, donde en ese momento se encontraba su mujer.
¿Y qué decir del "informe sobre ciegos" de "Héroes y Tumbas"? Sábato tenía una especial inquina a los ciegos. Algunos dicen que esta manía procedía de su rivalidad con Borges, el Sieguesito por excelencia de la literatura sudamericana. Sin embargo, acudiendo a "Abaddón" -una novela sobre la novela, difícil de leer a veces- uno descubre sus fuentes, las de su beligerancia contra los ciegos relacionada con una experiencia traumática de su niñez, en la que el grandullón de su clase le obligaba a sacarle los ojos a pajarillos vivos con un alfiler.
Siempre hay un grandullón en la clase, que se aprovecha y tortura psicológica y a veces físicamente, al más débil del aula. En el colegio Fontirroig de mi niñez mahonesa se llamaba M.). La crueldad en la niñez no es privativa de la actualidad, lo que pasa es que antes no salía en los periódicos.
Lo mismo ocurre con eso que ahora llaman violencia de género y antes crimen pasional.
Estos acontecimientos luctuosos ocurridos a un niño profundamente sensible, crearon en su mente un perturbador sentimiento de que los ciegos iban a vengarse de él. Soñaba una y otra vez, con enormes pterodáctilos de picos aguzados que le sacaban, lenta y dolorosamente, los ojos. Así, en su mente se pervirtió la visión de la ceguera humana, convirtiendo a los invidentes en verdugos sedientos de venganza. En "Héroes" el ciego forma parte de un contubernio universal contra los demás; se convierte en el protagonista novelado de sus peores pesadillas.
Mi interpretación personal de la metáfora del ciego, es que Sábato lo considera como una forma de demonio, de representante del Mal Absoluto: un 'Príncipe de las Tinieblas'. Tinieblas que dominan siempre la escena; una veces en túneles; otras al aire libre. El túnel como metáfora de la soledad humana "y era como si los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos", y ya se sabe: como se decía en aquellos libros en papel de estraza y letras borrosas de mi infancia, "las paralelas son aquellas líneas que por mucho que se prolonguen nunca se encuentran".
No hay salida
En 'Héroes' después de recorrer un misterioso subterráneo -verdadera caverna primordial- el protagonista sale a la boca de la misma y se encuentra un cielo negro de tormenta dominado por un tenue sol grande y moribundo, especie de gigante roja, que ocupaba casi toda la bóveda celeste (Sábato era muy aficionado a la astronomía, de ahí debió sacar la metáfora). Un sol moribundo, digo, y un horizonte de tinieblas. Una visión que a mi entender es la anticaverna de Platón, en cuyo mito el ser humano sale de la cueva (útero materno) a la luz (nacimiento, llamado también, significativamente, "alumbramiento") que le servirá para adquirir el conocimiento. Es, una vez más, la oposición nietszchiana entre lo apolíneo y lo dionisiaco.
"No hay salida", parece decir el maestro. Pero a pesar de su negativismo Sábato no es Onetti. Recuerdo haber leído en alguna parte en la que afirmaba que la Literatura -y sobre todo el Amor- redimen.
Que descanse en paz donde quiera que esté, si es que está en alguna parte.
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