El título que encabeza este artículo no es el nombre en clave de una operación secreta del grupo de operaciones especiales SEAL de los marines. Son las seis primeras letras del teclado de su ordenador o teléfono móvil. ¿Y qué?, se preguntarán. Pues que el QWERTY es una herencia de las revoluciones tecnológicas que nos acompañaron durante el siglo XX y que actualmente es una reliquia que apenas sobrevive en la era de la informática: la máquina de escribir.
El diario británico "The Daily Mail" publicó a finales de abril que la última fábrica de máquinas de escribir, la Godrej and Boyce de Bombay, había cerrado. La noticia se extendió rápidamente por las redes sociales, "RIP Typewriter", pero no era correcta. La compañía norteamericana Swintec aclaraba que aún se estaban produciendo en China, Indonesia y Japón.
La primera máquina de escribir vio la luz en 1867. Lo de QWERTY fue la solución que se encontró para distribuir las letras del teclado después de comprobar que la colocación por orden alfabético provocaba que las varillas que golpeaban el papel se atascaban. Hasta la popularización de los PCs fue la estrella de las oficinas o redacciones periodísticas, además de ser confidente inseparable de escritores o estudiantes. Frente al silencio bibliotecario que suponen actualmente los ordenadores, el cansino tecleo y el clinc de la palanca para saltar línea acunó el transcurrir de un siglo.
Los que empezamos a trabajar acompañados de una máquina de escribir recordamos, ahora con una sonrisa de nostalgia, el agobio que suponía un error (todos amamos al inventor del típex), la complicada tarea de cambiar la tinta (con un peligro seguro de mancharse los dedos), los líos que se formaban cuando los brazos de las letras se montaban unos sobre otros o el ruido que producía la ruedecilla al introducir el papel, sin olvidarse de la poca gracia que hacía a propios y extraños si uno trasnochaba rompiendo el silencio de la noche a golpe de tecla. Visto desde la distancia era lo que se dice un poco rollo y tampoco fue un ejemplo de ahorro de papel. Basta recordar la imagen cinematográfica de un periodista o escritor tirando al suelo, una y otra vez, folios arrugados ante la falta de inspiración. Si embargo, cuántas obras de arte salieron de aquellos aparatos mecánicos revestidos de una gran belleza estética.
En el "Menorca" algunos colaboradores y lectores todavía envían sus artículos y cartas a máquina. Es un engorro porque hay que repicarlas al ordenado. Yo soy el primero en contrariarme. Pero cuando leí la información difundida por "The Daily Mail" sentí añoranza de todas aquellas personas conocidas y familiares que hicieron realidad sus sueños tecleando bajo un flexo.