Cariño, no me esperes para cenar. Me voy a hacer la travesía del desierto.
Es una de las pruebas de resistencia más duras que existen. Los participantes tienen que hacer el recorrido en condiciones de extrema dificultad. Para llegar a la meta, allá en la "tierra prometida", tendrán que recorrer miles de kilómetros, atravesando un desierto árido, austero y exigente…
Tras años en el poder, puede venir un periodo más o menos largo, de trabajo en la oposición. Tampoco se hunde el mundo, pues la democracia sin alternancia, no sería tan democrática. Ya sabemos que la sociedad es fluida, gregaria y cambiante. Acaban unas elecciones y ya se empiezan a preparar otras. Es preciso renovarse para seguir en la brecha. Pulir defectos.
Cuando los comerciantes están indignados con los indignados, tenemos una indignación al cuadrado. Lo que empezó como un acto de reivindicación con múltiples simpatías y adhesiones, podría llegar a convertirse en un espectáculo sin rumbo fijo, que aporte más problemas que soluciones.
Hay que saber hasta cuando acampar, para no pasarse. "Entre poc i massa, la mesura passa". Si las demandas son justas, y algunas lo son, hay que buscar los medios adecuados para que puedan llegar a realizarse. Pero una acampada es un acto puntual, simbólico, una manera de reunirse y de llamar la atención de los medios, que difundirán la protesta por todo el planeta; no puede convertirse en un "modus vivendi", en ocupación indefinida de la vía pública, que es por definición de todos y en la que todos nos encontramos de paso. Hay que quitar ya, el cartel de "Estamos protestando. Disfruten las molestias".
Después de la larga travesía del desierto invernal, las calles han vuelto a llenarse de flores, colorido y vecinos, que se saludan amablemente mientras comentan los avatares del día…
– Hasta me ha parecido ver un tren…
– Pero lo que necesitamos son vuelos más baratos…
– Y no abusar del coche…que hay que caminar más…
– ¡Se prepara un festival de música popular!
Mañana toma posesión en el Ayuntamiento de la capital, Águeda Reynés, recién elegida.
Con grandes retos por delante. Reducir las deudas acumuladas, gastar (o despilfarrar) menos, estimular la economía y dar servicios a todos los ciudadanos. Todo ello sin sombra de corrupción, como piden los acampados. Y, como en una travesía del desierto, los pequeños oasis nos enseñarán el verdadero valor del agua y de la sombra.
Políticamente, hay que saber ganar y perder. Sin caer en la depresión que nos hunde, ni en la soberbia que nos lleva a equivocarnos. Según como actuemos tras unas elecciones, hemos empezado a perder o a ganar las siguientes.