"¿Ha visto las personas mayores que tapan muchos de los botones del televisor con cinta adhesiva para no equivocarse?, ¿para no apretar esos botones? Así sólo pueden encenderlo y apagarlo. Yo soy exactamente así, siempre que haya sólo dos botones que apretar, puedo hacerlo". El que habla es Woody Allen para explicar sus carencias y distanciamiento de las nuevas tecnologías. El genial cineasta, que sigue escribiendo sus guiones tecleando en una vieja máquina, apunta además, en unas declaraciones a la agencia Reuters, que "tengo una página web, que no he visto en mi vida y no tengo ni idea de cómo funciona o cuál es su objetivo porque unas personas lo hicieron para mí".
El caso del bueno de Allen no es, ni de lejos, el único en el mundo al que le ocurre esto, pero la realidad es otra. Y no hablo de las nuevas generaciones que han crecido acunados por el ordenador y el "boom" de las redes sociales, sino a como actúan ya determinados gobiernos pensando muy seriamente en la red.
Primer ejemplo. El Gobierno de Dinamarca quiere que sus ciudadanos se identifiquen a la hora de conectarse a internet. El objetivo es poder detectar a la persona que cometa un delito. Como no podía ser de otra manera, la medida está pensada para casos de terrorismo, entre otros de una larga lista de los servicios de inteligencia. La idea es que este control se aplique a todas las redes, y especialmente las de uso abierto (como cibercafés o bibliotecas), según una información de Europa Press. Y es que ya no basta con rastrear la dirección IP, porque ésta puede ser accesible a otros usuarios. Así, los daneses no podrán conectarse a la red hasta que sus datos personales sean registrados y verificados.
Otro ejemplo de signo distinto. Holanda es desde la pasada semana el segundo país del mundo, después de Chile, en aprobar lo que se llama "la neutralidad en la red". En esencia, esto significa que se prohíbe a los grandes operadores de telecomunicaciones que cobren más a los clientes que utilicen unas aplicaciones de internet que en realidad son gratuitas (Skype o el servicio de mensajes y chat llamado WhatsApp...).
Seguramente a Woody todo esto le sonaría a chino. Pero la mayoría no tenemos suficiente cinta adhesiva para controlar lo que ya está aquí y para lo que se avecina.