Tal día como hoy, hace ya 75 años, la sublevación militar contra el gobierno de la Segunda República Española se extendió al resto del territorio nacional tras iniciarse la jornada anterior en Melilla. Fue el inicio de una lamentable historia cuyo desenlace es conocido por todos. El pronunciamiento de los días 17 y 18 de julio de 1936, denominado durante demasiados años como Alzamiento Nacional, partió en dos el país y enemistó a familiares y compañeros. Para aquellos que nacimos con la democracia, resulta complicado llegar a imaginar la crudeza de una época en la que el estallido de las bombas ensordecía a los niños refugiados en los sótanos, un periodo marcado por el hambre y las cartillas de racionamiento, un tiempo en el que casi todo estaba prohibido. El paso de los años ha borrado lentamente las huellas del horror aunque a día de hoy aún quedan algunas heridas por cicatrizar. Son las llagas sin curar de nuestros abuelos, aquellas que se pueden apreciar en sus rostros, en su manera de hacer y en sus silencios que, sin querer, nos dicen demasiado.
Punto de mira
Heridas por cicatrizar
Maria Solá |