Una imagen, se dice, vale más que mil palabras. Entonces, qué aluvión discursivo necesitarán los políticos para justificar la elocuencia de la foto que ilustra este artículo. Tras el portón presidario retratado, el futuro de las cuevas de Cala Blanca. ¿Acaso la importancia de su apertura no trasciende a la urbanización en que se encuentran?
La foto no se presenta a muestra alguna y se hace pública fuera de plazo. Se autoexcluye voluntaria y razonadamente del Concurso de Fotografía Digital: Blancandria I. Los temas elegidos por la Comisión Directiva de la Asociación de Hoteleros y Comerciantes de Cala Blanca, Son Carrio y Santandria, puestas de sol y fotos diurnas de las playas de los lugares citados, son una clara definición, que no se comparte, sobre una de las opciones entre las que gira el debate sobre el futuro turístico de la Isla. Aunque la iniciativa que la motiva tienda a promocionar dichos lugares y, en consecuencia, a rentabilizar los negocios aledaños, no es razón suficiente para revalidarla por inconsulta y porque se pudieron elegir otras acciones cuyos beneficios se extendiesen más allá de la primera línea de mar.
Aclaremos. Las ventajas adicionales de estar bien posicionados deben explotarse pero también obligan a la Asociación a redoblar esfuerzos para generar otras propuestas que nivelen las posibilidades de aumentar ingresos a todos sus componentes.
Quizás de haberse consultado la conveniencia del Concurso y del temario hubiesen sido aceptados y enriquecidos. Con el aporte de todos la convocatoria pudo abarcar a turistas y el vuelo rasante de los premios, una glamurosa "bereneta" y una noche de copas por los bares de la zona, podría haberse convertido en un retorno a la Isla la próxima temporada con los gastos pagados o un viaje para los residentes a otra isla balear. Acotar la imagen de Cala Blanca a sol y playa es reducir la complejidad a bucólicos ocasos y a costumbristas escenas playeras. El abanico de posibilidades gráficas tiene estampas neorrealistas, veinte toallas tendidas en diez balcones sucesivos de la Avenida de la Playa, fusilamientos goyescos de ropa contra las fachadas, revival de hippies con sus rastas, sus perros sueltos, sus parejas, sus litronas y sus caravanas estacionadas frente a una ducha pública o frente a apartamentos alquilados por colegas, escenas duras del after los domingos mañaneros en el bar de turno, tiernas parejitas con sus sueños enlazados por la cintura…
Decíamos más arriba que el futuro de las cuevas de Cala Blanca está preso. Para aproximarnos a lo incomprensible escuchemos a dos de sus custodias: un hotelero de la zona y un vecino empresario de alquiler de coches. Escuchemos el diálogo con el primero:
"- ¿Cuándo se abrirán las cuevas?
-Eso no lo veremos ni tú ni yo.
-¿Cómo dice eso si el oficialismo y la oposición están de acuerdo en su apertura cuanto antes?
-No hay dinero. Los dueños de los terrenos en que se asientan las cuevas y que serán afectados por la expropiación, piden mucho.
- Usted sabe que el interés general está por encima del particular. La Justicia tiene atribución para determinar un precio de mercado equitativo. Se podría licitar su explotación y con los recursos obtenidos indemnizar a los afectados.
- Yo no me presentaría, no, a ese concurso".
Leamos la segunda opinión al respecto:
"- Tú di lo que quieras, pero yo sé bien cómo son las cosas aquí. Te hago una apuesta. Ya puedes empezar a dejarte la barba y seguro que te la pisas antes de que se abran las cuevas".
Al escepticismo y la desconfianza manifiestos podríamos añadir los cerrojos del silencio a propuestas participativas, liberadoras. A escasos días de tomar posesión de sus cargos las autoridades municipales electas, fue elevada verbalmente a dos integrantes de la Comisión Directiva de Blancandria, para someterla por correo electrónico al criterio de los socios, la idea de solicitar una entrevista al alcalde cada mes a fin de estar actualizados de las diversas gestiones en torno a las cuevas. La intención clara de hacer un seguimiento del proceso de apertura, es decir sumar fuerzas a la gestión, no plantear exigencias ni partir de la desconfianza fiscalizadora, fue ignorada.
Una isla que se enorgullece de ser Reserva Mundial de la Biosfera, tras el portón de la foto, tiene oculto un patrimonio natural tan espectacular como las cuevas mallorquinas del Drac. ¿Por qué? Bla, bla, bla, bla……
Fuera del concurso, disminuido por la lengua y baja voluntaria de la asociación. Pero, creo, no desenfocado.