Muchos de ustedes se acordarán de esta serie infantil para televisión. Tinky Winky, Didsy, Laa-Laa y Po eran los muñecos protagonistas. Una especie de extraterrestres de colores chillones, con una televisión en la barriga, que viven en un psicodélico prado, y estaban cuidados por una aspiradora a modo de niñera llamada Noo-Noo. Eran unos dibujos algo simples y ñoños con algún toque surrealista. Después de superar grandes problemas como descifrar los colores de un semáforo, o el tamaño de una flor, se unían en circulo a la voz de "teletubbies, un abrazo".
Durante estos días de campaña electoral la televisión se contagia del espíritu de estos muñecos. Mítines de fans con bocadillo entregados a las soflamas de sus respectivos líderes, debates encorsetados y descafeinados que se convierten en monólogos encadenados, eslóganes salidos de las más prestigiosas casas de publicidad, que lo mismo elaboran videos para conseguir votos, que videos para vender un detergente, imágenes que rezuman photoshop por las cuatro esquinas, todo va a ir bien, todo será maravilloso, todo se solucionara con el simple gesto de darles nuestro voto, el famoso cheque en blanco de los cuatro años. Todos viviremos en el prado de los Teletubbies, tendremos una Noo-Noo para cuidarnos, y nuestra máxima preocupación será averiguar si la princesa del pueblo se separa, o si la bota de oro será para fulanito o menganito. Que felicidad.
Llegados a este estado de bienestar supremo propongo que las campañas electorales duren cuatro años, quiero ver a los políticos en una perpetua caravana visitando todos los rincones del país, cogiendo niños en brazo y haciéndose fotos con nuestros mayores.
Quiero que sigan regalando bocadillos y camisetas al grito de: "Pan para todos y que nadie pase frío", deseo verles eternamente sonrientes, optimistas, enérgicos, prometiendo que nos llevaran hasta el infinito y más allá. Sería alucinante verles usar la palabra cambio hasta desgastarla, comprobar como acceden a todas las entrevistas, como se siente cercanos al pueblo, como se les llena la boca de ayudar a los más débiles, a los más necesitados, auténticos prohombres de la modernidad, seres casi mitológicos inasequibles al desaliento, inmunes ante el pesimismo, habitantes de un Olimpo que nos sirvan de faro y nos guíen a la utopía. Todos juntos, en un acto de solidaridad política sin parangón, un abrazo. Quiero verles, en resumen, en constante esfuerzo por conseguir nuestro voto, no vaya a ser que una vez que lo tengan se relajen.
Llegados a este punto de locura transitoria, queridos lectores, griten conmigo; "Tinky Winky presidente" . Y si se preguntan, ¿todo esto porqué?, porque, como ya hemos dicho en más de una ocasión, si además del dinero y el futuro nos roban la sonrisa, ya habremos perdido, también, la dignidad.