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Al margen

En el fondo, sin novedad

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Se quejaba uno de que se consideraran las elecciones del domingo como un trámite, y ha resultado que se quejaba uno por quejarse: han sido, en efecto, un trámite. Tocaba despachar al gobierno que en su primera legislatura había repartido, jacarandoso, euros por todas partes, que hasta por nacer en España le daban a uno, cosa insólita, algo, y que según se acabó lo que se daba ya no dio ni pie con bola, y ahí andaba Rajoy, al acecho, que con pocos más votos que en 2008 ha conseguido más diputados y más poder político que nadie hasta la fecha. Los sondeos, que en esta ocasión iban sólo de preguntarle a la gente cómo le iba, eran ya las elecciones, y éstas un trámite, bien que no sin algún desdoro para nuestra débil democracia.

Pero un trámite, que tal ha sido ésta votación mucho más de castigo al PSOE que de premio al PP, que en puridad no ha hecho nada para ser premiado, no conlleva novedad alguna, pese a los muchos colorines que se verán en las bancadas del Congreso en contraste con el monocromo (azul) del mapa de España. El bipartidismo sigue entre nosotros, tan terne: antes gobernaba uno de los dos únicos que pueden gobernar, y ahora gobernará, porque le toca, el otro. Es más; la mayoría de los colorines desaparecerán en futuras convocatorias electorales, no sé si ya en la próxima, si la gente resuelve, como resolvió en 2004, sacudirse al PP, que para entonces ya habrá hecho suficientes de las suyas. Entonces irán los votantes al desierto a llamar al PSOE, que andará por allí en su travesía y más perdido que San Simón.

La única novedad sustancial se debe a la desaparición de la amenaza de ETA, que tanto distorsionaba la política del País Vasco, de suerte que Amaiur se reparte razonablemente el voto nacionalista o independentista con el PNV. Y otra pequeña novedad, ésta nada razonable, la protagonizada por CiU, al que se premia a lo grande por apalizar manifestantes y cargarse la Sanidad.

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