En los albores de la Democracia, cuando todo estaba por hacer, quienes conformamos el primer consistorio democrático del Ayuntamiento de Maó, tuvimos la suerte de contar con dos profesionales como la copa de un pino, Agustín F. Estela Ripoll y el recientemente fallecido Ignacio Simonet Corces, secretario el primero, interventor el segundo, ambos pertenecientes al Cuerpo General del Estado.
En el Consistorio cuya cabeza visible era Ramón Homs Ginés, cuya labor de coordinación será recordada por todos cuantos compartimos con él ilusiones, dudas e inquietudes, carecíamos de aquellos conocimientos que pudieran sernos de utilidad en aquellos momentos en que se iniciaba una nueva etapa, ellos, Ignacio Simonet y Agustín Estela se convirtieron en nuestros guías y en nuestros mejores consejeros, asesorando cuanto íbamos haciendo o intentando hacer.
Consecuentes con su vocación, preparación y responsabilidad nos enseñaron algunas cosas esenciales, como la importancia de fundamentar nuestras actividades en una programación cuyo reflejo debía ser el presupuesto, o el decir "no" cuando la partida correspondiente estaba agotada y sin posibilidades de "reflotarla"; sin embargo lo que destacaría de ellos es que nunca se negaron a facilitar cualquier tipo de información a cualquiera de nosotros, a los concejales, tanto si éramos del PSOE, como de CD, del PSM, o de UCD … con los del PCIB no cabe ni hablar porque entre Ignacio Simonet y Antonio Casero la relación era más que cordial, lógico si tenemos en cuenta que el hecho de haber nacido en Andalucía "imprime carácter", y los dos eran andaluces con "marchamo" de legitimidad.
Fue aquella una etapa maravillosa e irrepetible, no solo porque éramos más jóvenes sino también porque éramos conscientes de que iniciábamos un futuro que a todos nos ilusionaba; creíamos que desde el respeto y buscando aquellos puntos que compartíamos, más que los que nos separaban, podríamos crear un nuevo modelo de convivencia y trabajo; una nueva forma de relación entre Administración y administrados, incluso de relacionarnos, en beneficio de todos, quienes representábamos las distintas opciones políticas, creando desde la diversidad, incluso desde la confrontación inteligente y responsable, un compromiso que provocar cambios a mejor, porque el objetivo común era el de mejorar y convertirnos en un pueblo libre, justo y solidario.
Hoy, recordando aquel 19 de abril de 1979, me ha dado cuenta que es aquella una fecha ya lejana, que algunos -demasiados- de aquellos que juramos o prometidos "cumplir y hacer cumplir la Ley" iniciaron ya la "desbandada", han ido desapareciendo de nuestro lado, han tomado otro derrotero; Ignacio Simonet ha sido el penúltimo en sumarse a la lista, nueve en total … se fueron, pero todos y cada uno de ellos quedará para siempre en el recuerdo de cuantos todavía estamos aquí, a pie de obra, porque lo mejor de aquella primera singladura democrática fue la amistad que supimos crear entre todos; Ignacio Simonet con su gran calidad humana, incluso con su sonrisa en ocasiones irónica, supo apuntalar dicha amistad, nacida en el compromiso de crear un futuro mejor para un país que buscaba, desde la diversidad, un compromiso solidario y con futuro.
Descanse en paz.