España no solo es tristemente campeona por las filas del paro sino también por ser uno de los países donde la piratería en internet no solo se practica con mayor fruición sino que además está bien vista.
La mayoría de jóvenes considera lo más normal descargarse gratuitamente música, películas e incluso libros. Educados en una sociedad consumista, no hay nada más fácil que acumular aquello que quieren sin ningún esfuerzo. Algunos incluso ignoran que antes se tenía que pagar por ello.
La barra libre de la cultura en internet tiene, además de aprovechados, ideólogos de pacotilla que han forjado su ideario bucanero a base de un cóctel de anarquismo (la propiedad es un robo), comunismo (todo es de todos) y consumismo puro y duro para justificar el desmán de robar a los autores de las creaciones que piratean sin pagar un chavo.
Los caraduras de turno protestan y toman represalias cuando los gobiernos intentan poner coto al arte del birlibirloque. Y es que los creadores y la industria cultural también tienen derecho a ganarse la vida con su trabajo como el resto de mortales.