Este proverbio chino nos lo proporcionó una señora que el pasado martes se encontraba en la consulta de cierto dentista. A Praxèdies le encantan los proverbios, lo que se puede llegar aprender de los mismos, lo curiosos que son, es por ello que sus amigos suelen obsequiarla con esta clase de escrits. En esta ocasión, agradecer a la persona que desea quedar en el anonimato.
Mala temporada lleva nuestro vecino, el filatero. Tras pasar una gripe de aúpa haciendo subir el mercurio a los 40º. Seguida de una bronconeumonía, cuando debía empezar a levantar cabeza, se levantó con una muela inflamada, produciéndole una hinchazón que apenas se le detectaba el ojo, debido al flemón. Él, que por hacer quatre atxems ya se asusta, preocupado no lo vayan a ingresar, imagínense a qué velocidad debía ir su pobre corazón. Trotaba dentro de su caparazón toráxico, tal cual los caballos que recorren la pista domingo tras domingo en el hipódromo mahonés, guiados por hombres expertos de cómo dirigirlos y llevar las riendas.
En un principio recurrió a la medicina de siempre, la que Quica llama tradicional menorquina, con los remedios de nuestras abuelas. Tomó té de sanguinaria, el mejor para limpiar la sangre. Tras enjuagarse con agua hervida con tomillo, desinfectante por excelencia, según dicen las mujeres del talaiot de Trepucó. Continuó el tratamiento depositando una pansa sobre el flemón. A la hora de acostarse, se puso una empasta de harina con vinagre sobre la galta bona, al contrario de lo que cualquier humano haría. Pero quien le iba a liberar de su dolencia era el odontólogo.
No fue fácil conducirlo hasta la consulta. Fueron Praxèdies y esta servidora las que debimos acompañarlo, cargadito de miedo, como si fueran a degollarlo… Y luego hablan de los héroes, de los súper hombres, cuando no llegan ni a homenets.
Tras esperar un buen rato en la consulta, con su televisor, revistas del corazón, decoración, cocina, moda, etc., echamos en falta un breviario, el libro de las últimas voluntades, cómo adaptarse a los malos momentos, milagros de Lourdes… y como muy bien dice el afectado, uno de estos armatostes que hay en las iglesias para depositar las lamparitas de luz, suponiendo le ayudaran a pasar el mal trago.
Cuando tan solo faltaban unos diez minutos para entrar en el santuario, donde nuestro amigo encontraría el remedio para acabar con su mal. Nos sorprendió la llegada de Apolonia, sa filla gran de Xiscu xua, tapándose la boca con un pañuelo d'homo, ocultando la pérdida de un diente, haciéndonos pensar, lo ingenuos que llegamos a ser, escuchando la relación de las mentiras con la pérdida de la dentadura.
Y el pensamiento nos transportó a la plaza Real, me vi, tras la cristalera del ventanal de la consulta del señor Mezquida. Vivía junto a su esposa e hijos en el primer piso, hoy diría en los altos del American bar, esquina con el Fontiroig, actual Casa de la Iglesia.
Don Ángel era esto, un ángel, de hablar dulce, cojeaba y escuchaba a mi padre, íntimo amigo suyo de toda la vida, cómo hablaba de la grave enfermedad que padecía. A la salida de la escuela subía aquella ancha escalinata, cuando me veía me depositaba un pequeño algodón en una muela picada, dejándome un sabor espantoso, al preguntarle el qué de aquel remedio, con su tono dulzón me respondía… açò que t'he posat, és per matar es cuc. ¡Qué horror! pensar que en el interior de mi boca portaba un bicho, "un cuc", con el asco que me daban a mí al verlos remolcarse en la tierra de la noria des Moret. Regresaba a casa cabizbaja y pensativa, no se fueran a enterar mis amigas de la plazoleta de San Roque. Yo, siempre tan sentimental, aquel gusano me dejaba la moral por los suelos, como solía comentar Juana, la limpiadora del trocadero. Siempre respondía lo mismo al ser preguntada ¿qué tal Juana, cómo te va? Mal, muy mal, tengo la moral por los suelos. Tal cual me sucedía a mí.
En la misma consulta comentamos los milagros de los antiinflamatorios, pocas veces se observan gentes amb ses galtes inflades comparado con antaño. Todo se cura más rápido. Tampoco se sacan muelas a troche y moche, se salvan como aquel dice cantidad de piezas.
Acude a mi memoria don Santiago Saura, que disponía de su consulta de dentista en su casa del General Sanjurjo, calle que fue a menos, perdió los galones de general, quedando con lo que siempre había sido, Camí des Castell. Aquel buen seño, cuidaba de los males bucales de toda la marinería, fue uno de aquellos jóvenes marineros pariente de esta servidora, que estando sentado en la silla, parecida a la que tenían en la esquina la barbería de los Amer, temeroso de desmayarse, el señor Santiago, le puso una inyección al tiempo que le decía… Julián, no temas, esto te dormirá, para que no te enteres a la hora del tirón… és una injecció de cavall. Mientras esperaba surgiera el efecto, el dentista subió un momento a su hogar, al bajar, la butaca estaba vacía, Julián se había escapado del tirón. Según él comentaba, jamás sintió dolor alguno, el remedio inyectable había sido un milagro del Señor.
Tal cual hizo en su día el padre de esta servidora en el consultorio que tenía el señor Seguí, junto al convento de las religiosas concepcionistas, acostumbrado a la dulzura de su amigo Ángel, recién fallecido, y su otro amigo Quique Mir, que en aquellos días no se encontraba en la isla. Continuaba el relato diciendo: "Me levanté del sillón y baje las escaleras huyendo aterrorizado. Aquella misma noche, el dentista, al llegar al Dineret, temeroso del comentario que pudiera hacer el mecánico de las motoras, explico a los contertulios: ¿Sí, sí, en Gori, molt gros, un des homos més forçuts, des pocs que han passat ses bigues des teatro de banda a banda a força de braó, pero no va suportar sa 'indicció' per treure-li un caixal".
Comunicar a nuestros lectores que nos encontramos junto el fuego, calientes, imposible faenar a fuera. Por la mañana tras ordeñar, desayunar, nos dedicamos a la limpieza de cajones y armarios. Trabajo que efectuamos a fondo. En este 2012 no hemos podido ejecutar los trabajos propios de la época, como podría ser la siembra de los pepinos, legumbres y melones, a pesar de que estos lo dejamos para San Marcos, suele ser ideal.
Debido a la nevada, las bajadas de temperatura, el frío siberiano se deja sentir y a pesar de que los apuntes de l'avi Xec detallan la siembra de rosales con las bajas temperaturas. De momento, aguardaremos que es temps s'alci.
Estábamos en ello, apoyando a la cocinera por su feliz idea de preparar un arròs de la terra, cuando sonó el teléfono insistentemente. Una gran sorpresa nos esperaba, la llamada del hijo de la cuñada de la nuera de madona. Interesado en saber nombres y fechas de los directores del "Menorca", para un trabajo que debía preparar. Efectivamente, Guideta, la que lo guarda y archiva todo, lo que se dice todo, quedó que se lo mandaría, y ahí va, esperando haberle sido de utilidad.
Don Fernando Jansá Guardiola. 1-2-1945 al 5-4-1955
Don Antonio Blanco Pons. 6-4-1955 al 10-8- 1955
Don Andrés Casasnovas Marqués. 11-8-1955 al 24-4-1957
Don Roberto Coll Vinent . 25-4-1957 al 10-4-1966
Don Francisco Pons Capó. 11-4-1966 al 16-6-1966
Don Jordi Negré Rigor. 17-6- 1966 al 20-8- 1966
Don Francisco Pons Capó. 22-8-1966 al 21-10- 1966
Don José Antonio Martín Aguado. 22-10- 1966 al 26-8-1966
Don Francisco Pons Capó. 28-8-1967 al 26- 10- 1967
Don Mateo Seguí Mercadal. 27-10- 1967 al 31- 3-1976
Don Juan Cantavella Blasco. 1-4-1976 al 11-11-1978
Don Francisco Pons Capó . 13-11-1978 al 1-1-1979
Don Juan José Morales Ruiz. 1-1-1979 al 6-3-1981 (precisamente entré a formar parte de colaboradora con este señor)
Don Marcelo Carreras Vilanova. 1-7-1981 al 31-8-1984
Don Bosco Marqués. 31- 8- 1984 al 2009
Don Josep Bagur Torres. 2009
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