Iñaki Urdangarin compareció ayer ante el juez José Castro como imputado por varios delitos. Desde hace días, se ha convertido en el principal protagonista de la actualidad. Antes declaró su exsocio, Diego Torres, formando parte de una larga lista de personajes relacionados con el 'caso Palma Arena' y sus múltiples piezas separadas. La inocencia o culpabilidad es una cuestión que corresponde exclusivamente a los jueces. Más allá del espectáculo cultivado por los medios, hay una realidad evidente. En el banquillo se sienta una forma de actuar en el mundo de los negocios, que consiste en conseguir ganar mucho dinero, en poco tiempo, con poco esfuerzo, gracias a contactos o con la colaboración del poder político. A menudo los imputados transmiten la sensación de que se comete una injusticia con ellos, como si se hubieran limitado a aplicar las reglas de juego y ahora se les exigen responsabilidades por ello. Estas actitudes han sobresalido, aunque no pueden generalizarse. De todas formas, que un estilo de hacer negocio se siente en el banquillo es una oportunidad para recuperar principios éticos en la actividad pública y en el ámbito privado. La ética en la relación con los demás y con relación a la gestión de lo que es de todos es un ingrediente imprescindible para salir mejor de la crisis.
Editorial
Principios éticos que nunca debieron perderse