Es comprensible que el candidato Sarkozy, abrumado por unas encuestas que le auguran la derrota en segunda vuelta, esgrima todas las armas posibles para enmendar ese resultado, aunque para ello tenga que poner en la picota del descrédito a países amigos como, supuestamente, lo es España, y a correligionarios como, supuestamente, lo es el presidente español Mariano Rajoy.
Lo incomprensible es que nuestro Gobierno, tan dado a rasgarse las vestiduras cuando, supuestamente también, se atenta contra el interés de nuestro país o de los españoles, no solo mantenga un clamoroso silencio ante la afirmación de don Nicolás de que los franceses no desearían verse en el penoso estado económico de Grecia o de España, sino que lo justifiquen apelando una vez más a herencia de Zapatero.
Lo incomprensible es que Elvira Rodríguez, presidenta de la Comisión de Economía del Congreso, afirme que cuando Nicolas Sarkozy compara la situación de nuestra economía con la de Grecia, está analizando muy bien las políticas socialistas. Porque, al tirar piedras contra esas políticas, dándole la razón al candidato francés, esta tirándolas también contra la realidad económica española y favoreciendo las turbulencias y el acoso de los mercados contra España. Porque Sarkozy está hablando con claridad de la "incapacidad para cumplir los compromisos" de nuestro país y de la "crisis de confianza" por la que supuestamente atravesamos.
Aunque, por otro lado, el Partido Popular nos tiene acostumbrados a anteponer sus intereses a cualquier otro interés. Ya lo hizo durante la campaña electoral de las elecciones generales, escamoteando su programa de recortes y aumento de impuestos, lo hizo durante la campaña de las elecciones andaluzas, escondiendo unos presupuestos que era urgente dar a conocer, y lo hace ahora justificando al candidato francés, al entender que sus palabras, aunque perjudiquen la credibilidad de España, reafirman su teoría de la herencia recibida. En definitiva, aunque le vengan mal a los españoles, le vienen bien al PP.
Esa es una manera muy peculiar de entender el interés general, el interés de los españoles, y el patriotismo. Porque patriotismo no es llenarse la boca con manifestaciones airadas y altisonantes, o distribuir notas de protesta ante un acto tan baladí como fue, por ejemplo, el de los guiñoles del Canal+ francés. ¿Recuerdan la que armamos ante embajadas y federaciones de deporte por aquellos programitas? Una demostración más de patrioterismo y falta de sentido del humor.