Basta ya hombre, basta ya de meterse con nuestros amiguitos los banqueros. Que fácil es echarles a ellos la culpa de todo.
Que si han recibido avales de miles de millones de dinero público, que si la crisis-estafa la empezaron ellos con sus chanchullos y sus bonos basura; que si sus ejecutivos se reparten cientos de millones de euros en dividendos aunque su entidad tenga que ser intervenida; que si desalojan gente de sus casas por no pagar créditos leoninos, amparados en una ley hipotecaria de corte medieval; que si emplearon la letra pequeña de los créditos para pillar a sus clientes por el cuello; que si durante años tiraban lazos desde sus sucursales para engañar con tierras prometidas a ingenuos ciudadanos; que si cobran comisiones absurdas por cualquier servicio; que si se amparan en paraísos fiscales para ayudar a las grandes fortunas a evadir impuestos; que si algunos tienen inversiones en oscuros negocios; que si su conciencia social brilla por su ausencia; que si muchas cajas fueron meros instrumentos económicos al servicio de los deseos megalómanos del gobernante de turno; que si cada vez más se realizan operaciones en los cajeros automáticos, o en internet, y sus empleados quedan relegados a meros vendedores de vajillas y gadgets electrónicos; que si han cerrado el crédito ahogando a autónomos y pequeños empresarios, que si…..
Basta ya. Tanto llorar y tanto quejarse. Es que nadie ve todo lo bueno que hacen los bancos por los ciudadanos de a pie.
Quién facilita sus cajeros para que pasen la noche los millones de desahuciados de este país. Quién patrocina nuestra Liga de Fútbol y la Fórmula Uno. Quién da trabajo a nuestros políticos cuando abandonan la silla pública. Quién nos regalaba esos bolígrafos y esos calendarios tan chulos. Quién nos daba, sin pedirlas, esas tarjetitas de crédito tan coloristas, con las que nos sentíamos alguien importante. Quién organiza rifas y sorteos entre sus clientes para ganar un crucero o una tele de plasma. Quién mejor que ellos para sostener esta plutocracia en la que nos hemos instalado.
Así que por favor, ruego a todos los lectores, que si se cruzan por la calle con un algún banquero le den, sin pensarlo dos veces, unas moneditas. Ellos nos necesitan, nos necesitan más de lo que nos pensamos. Porque los banqueros, aunque cueste creerlo, sin nuestro dinero, mucho o poco, no son nada, no son nadie.