Un año después, el dique de Son Blanc de Ciutadella se ha mostrado como una infraestructura necesaria para el transporte marítimo de la Isla. Las cifras hablan por sí solas. El movimiento de pasajeros se ha incrementado en un 77,9 por ciento, mientras que el transporte de camiones ha crecido un 162 por ciento. Además, y como afirma el responsable de Iscomar y delegado insular de APEAM, José Ignacio Seguí Chinchilla, con estas nuevas instalaciones se ha ganado en seguridad, comodidad y tiempo respecto a las condiciones que ofrecía el puerto interior. También ha aumentado la capacidad para albergar buques de mayor tamaño y se está trabajando para abrir la puerta al turismo de cruceros. A pesar de todo ello, aún quedan por solucionar algunas deficiencias, como la mejora de la estación marítima, instalar un finger de embarque y corregir el efecto conocido como "tiranya" (o agitación del mar en la zona de maniobra y atraque), que provoca situaciones de riesgo.
Sin embargo, el impacto que ha supuesto el dique ha repercutido negativamente en algunos aspectos sobre el puerto de Maó. En este sentido, se ha de trabajar para que ambas radas no entren en competencia sino que puedan ser complementarias.