Cierto es que soy de las personas que respetan, ante el problema lingüístico que actualmente está tan cacareado, entre el catalán y el castellano y pienso que todo lo que sea aprender un idioma es bueno, pero hete aquí, que he visto un caso que me ha puesto los pelos de punta y si les digo la verdad, el estómago lo tengo un poco revuelto desde entonces.
Los llamados catalanistas suelen verborrear hasta la saciedad que a los niños también se les enseña el castellano, pues señores el otro día una niña de ocho años delante de mí le preguntó a su madre una cosa bien sencilla "mamá, mamá ¿cómo se llama 'divendres' en castellà"? ¿Qué les parece? Me quedé de piedra, no sabía cómo se llamaba un día de la semana en el idioma de Cervantes, que a su vez es el idioma de España, y yo le pregunté ¿pero es que no te enseñan en castellano los días de la semana? Sí pero como idioma. Yo miré a la madre y se echó medio a reír burlonamente diciéndome "esto es lo que hay". Yo no tengo la culpa, son los profesores, en mi casa hablamos las dos lenguas porque yo soy de Menorca y mi marido de Zaragoza, pero ya ve usted.
Demostraré a un buen amigo mío que el conflicto entre el catalán y el castellano existe no por los alumnos sino porque a algunos profesores les interesa que exista, él me decía mira Luis "yo no soy catalán pero vivo en Catalunya desde hace casi veinticinco años y tengo un hijo de nueve años, es decir en edad escolar y seguía diciéndome mi experiencia, a nivel de calle (y de escuela) es que el "conflicto lingüístico" no existe.
Un ejemplo ocurrió hace unos días cuando un señor "amigo del propietario del establecimiento en cuestión" fue al restaurante y se dirigió a él "de una forma desagradable", es decir, llamándole Jaime.
El camarero le dijo que su nombre era "Jaume y no Jaime". Según el sensible empleado del restaurante, el cliente "me dijo que me llamaba Jaime porque le salía de los……".
Para finalizar y en el mismo artículo decía: En"Diari de Girona", otro "intelectual" del nacionalismo,Jaume Fábrega, urgía a convertir todos los nombres propios y apellidos en algo que al menos pareciera catalán. Sus "argumentos" conducían alegremente al más puro racismo al concluir que tener un nombre español constituye "la marca del esclavo":
¿Existe o no existe conflicto?
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