Supongo que ya sabrán, la mayoría de ustedes, que continuamente sufrimos recortes en servicios básicos, así que no me extiendo en detallarlos. Dichos recortes vienen respaldados bajo el argumento de que no hay dinero público, y por lo tanto son insostenibles. Pues bien, dinero público para mantener los hospitales no tendremos, pero para pagar 190.000 euros por un retrato de Álvarez Cascos sí que hay, como lo hubo para otro de José Bono que costó unos 83.00 euros.
Vamos a ver, si no me fallan las matemáticas, mejor dicho la calculadora, el Gobierno se ha gastado 273.000 euros en dos retratos, y eso que ni son de cuerpo entero.
Ahora llámenme demagogo, algunos lo hacen cuando los argumentos nos les gustan, pero esa cantidad de euros podían ser bastantes ayudas para le dependencia, o unas cuantas prestaciones por desempleo, o un buen número de medicamentos para hospitales, o unas cuantas becas educativas, o un número, no despreciable, de pensiones, o tal vez sería la cantidad necesaria para proveer unos cuantos comedores sociales, e intentar que no siga creciendo el número de niños con malnutrición en este país; qué sé yo, cosillas de estas que les parecen gastos superfluos.
El cuadro del Cascos fue encargado al pintor Antonio López, prestigioso artista del hiperrealismo, parece ser que el autor lo escogió el propio exministro, no está mal como muestra de narcisismo y derroche con el dinero de todos.
Claro cuando uno, en su condición de ciudadano de a pie, cada vez más de a pie debido al precio de la gasolina y a la bajada de sueldos, ve estas incoherencias, no puede menos que preguntarse: ¿piensa la casta política que este es el camino para recuperar la confianza de los ciudadanos?; es más ¿le importan los ciudadanos?; es más ¿no hay nadie en las filas de los grandes partidos que denuncie y critique estas actuaciones como inmorales, aunque afecte a miembros de su misma formación?; es más ¿se han convertido todos en barriguitas agradecidas a su sillita y sueldo público, siendo incapaces de levantar la voz no vaya a ser que les dejen fuera, y se tengan que venir con los que vamos a pie?; es más ¿realmente Cascos, o Bono, no tienen amigos que les quieran de verdad y les digan: mira con una foto, y de lejos, mejoras mucho?
Al margen de etiquetas, de filias o de fobias, imagino que ustedes ya tendrán las respuestas en su cabeza, basta con observar y que el sueldo, del que aún lo tenga, no dependa de un enchufe político.
No se si acuerdan, queridos lectores, del viejo juego infantil: con un seis y un cuatro la cara de tu retrato. Bastaba dibujar un seis encima de un cuatro, añadir un punto al círculo del seis, y cerrar por detrás el dibujo, para que nos saliera una especie de rostro de perfil. Si los que se hacen retratos millonarios, pagados por todos, hubieran conocido este juego, nos habríamos ahorrado una pasta gansa. Solo espero que almenos no salgan sonriendo en sus megalómanos retratos, eso ya sería provocación y chulería, y además daría mucho miedo.