Después de que a los españoles nos sorprendiera eso del "crédito blando" de hasta 100.000 millones, aunque dicen ahora que hará falta menos, que Europa nos deja para tapar agujeros y socavones de bancos y sobre todo de cajas, aparecía el señor Rajoy porque no podía irse a ver el partido inaugural de nuestra Selección sin antes hacerse presente en carne mortal, para decir "que ya estaba el problema arreglado", añadiendo en un subidón de pomposa adrenalina, que a él nadie le había presionado, y no sabía si tenía que decir lo que iba a decir, y lo que acertó a decir fue, que el que había presionado había sido él, para unos días después, decirnos que ahora ve "dañino" el rescate de los bancos.
Diez días, señor presidente, diez días después de "aquel éxito", que usted se atribuía gratuitamente a sí mismo, se ha dado cuenta que el mecanismo es "tremendamente dañino", porque repercute en la deuda soberana española.
En estas mismas páginas del diario "Menorca", lunes 18 junio 2012, página 17, ya se lo dejé dicho sin tener por eso ningún asesor. Bastaba con saber que este tipo de ayudas, están reguladas por ley, y que no pueden ir directamente a los bancos sino al gobierno del país que las solicita. Otra cosa sería, y hasta puede que acabe siendo así, si se consigue modificar la ley y que sean finalmente los bancos quienes reciban directamente los préstamos.
Gobernar, señor Rajoy, ya lo estará usted comprobando, es completamente distinto a estar en la oposición. Gobernar es lo que tiene, que no acaba uno de salir de un atolladero y otras situaciones indeseadas, vuelve a poner a prueba el talante y el talento del estadista.
El Tribunal Constitucional ha legalizado a Sortu, por 6 votos a 5, de manera que los sucesores de Batasuna son a todos los efectos legales para concurrir a cualquier elección, sea ésta municipal, autonómica o general.
Puede que ahora las víctimas del terrorismo y todos aquéllos de la prensa mediática afín, comprendan que el anterior gobierno nada tenía que ver cuando los jueces dictaminaban actuaciones parecidas, o por el contrario, desde el mismo error puede que le culpen a usted, señor Rajoy, y a su gobierno por haber legalizado a Sortu, como antes culparon a Zapatero.
La prensa afín, ha salido en tromba poniendo a caer de un burro a los seis jueces con cuyos votos queda anulado el Auto del Tribunal Supremo, que hace un año denegó que el partido político abertzale Sortu, pudiera inscribirse en el registro de partidos políticos.
En esos exabruptos de la prensa, no podía ser que no terciase la presidenta madrileña, doña Esperanza, y lo ha hecho con su dureza y también con su franqueza habitual, sin pararse en barras.
Sería falso y por falso injusto, que determinada presa y organizaciones concretas, le culparan a usted y a su gobierno, señor Rajoy, de lo que el Tribunal Constitucional ha decidido en justicia que se debe hacer.
Digo yo, que algunos y sin necesidad de señalar pues no hace falta, se darán cuenta de cuántas injusticias en este sentido, se cometieron contra el anterior gobierno. Aunque puede que no, pues ya entonces me parecía inaudito que se arremetiera sin pudor, con verdadera agresividad verbal contra el gobierno Zapatero, y, quienes lo hacían, no lo hacían desde la ignorancia ni desde el derecho a la discrepancia, ni puede tenerse como anecdótico todo lo que llegó a decirse. Aquellas acusaciones eran hijas del odio y padre de la injusticia, pues se acusaba sabiendo de lo falso e injusto de su delatora actitud.
El rechazo más firme y más absoluto a que usted, señor Rajoy, pudiera ser tratado en este asunto, con aquella misma injusticia y con aquel mismo odio.
Otro problema o atolladero que le va a causar no pocos quebraderos de cabeza, se lo ha buscado usted solito, señor presidente, al hacer pública la decisión de que este año no hay debate del Estado de la Nación, cuando si alguna vez estuvo justificado que lo hubiera, es ahora, debido a la situación española y europea. Si cree que no haciéndolo se libra usted de dos días de un mal pasar por lo que se le iba a venir encima por parte de todos los grupos parlamentarios, se ha equivocado usted otra vez, porque el debate ya digo, son dos días, que bien o mal, no suelen ir más allá. Ahora, serán docenas los días que va a ser usted vapuleado, fustigado, zaherido y escarnecido a cuenta de un debate por inexistente. Es, permítame que se lo diga, como le suele pasar a algunos vagos, que hay que ver lo que trabajan para no trabajar. O la suprema torpeza de aquellos cobardes que no se dan cuenta que se han escondido en medio del campo de batalla.