Por tercer año consecutivo, el "Menorca" abre sus páginas hoy a "¡UF!", nombre genérico de una sección en la que, con una periodicidad semanal, nuestro colaborador Juan Luis Hernández Gomila publicará una colección de relatos breves hasta mediados del próximo mes de Septiembre, momento en el que reaparecerán sus "Conversaciones con Roig".
El acantilado, el límite, el dolor acumulado, la decisión largamente acariciada, la casa ordenada, la carta de despedida remitida, el mar en espera, el viento como cómplice… Sólo quedaba algo muy simple: dar un paso al frente, marcar su punto y final… ¡Uf!
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Él evitó mirarla. Ella lo saludó a disgusto. Los papeles del divorcio sobre la mesa de la cafetería. Únicamente restaba firmar… Él disimulaba rellenando, a lo loco, un "sudoku"… Números que se repetían en la primera casilla y en la segunda… Ella observó de pronto aquella vieja hoja de periódico. "¿Pero que has hecho?" –le espetó-. "¿No conoces las reglas del juego?". Y se echó a reír. Ella llevaba años sin hacerlo. Él llevaba años sin escuchar su risa… La observó… Salieron de la cafetería sin percatarse de que habían reencontrado lo que tuvieron, lo que perdieron, lo que no se habían molestado en buscar… Los papeles se quedaron huérfanos sobre la mesa del bar envejecido mientras el sudoku salía volando, mecido por un repentino viento que, en esos momentos, asolaba la terraza…
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Algo se quedó pegado a sus pies… Había entrado en un establecimiento de loterías… Esperaba un milagro… Saqueó sus bolsillos y agarró el boleto aún virgen. Seis números podían evitar el desahucio… ¿Cuáles? Algo se había quedado pegado a sus pies, sí… Era una vieja, maltrecha, hoja de periódico. Se preguntó qué clase de loco había rellenado aquel "sudoku"… Copió los seis números de la primera columna vertical… A la mañana siguiente el director de la sucursal acudiría (él aún no lo sabía) a su domicilio. Pero no se trataría, ya, de un desahucio… Horas antes de que eso ocurriera el sudoku había continuado, estimulado por un extraño viento del norte, su peculiar juerga nocturna…
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El acantilado… El mar en espera… El sufrimiento acumulado. Únicamente se trataba de dar un paso al frente. Inesperadamente, una vieja hoja impresa le abofeteó en la cara. A duras penas pudo vislumbrar el sudoku. "¡Capullo!" –se dijo para sus adentros-. Siempre había adorado los sudokus… Optó por corregir aquella barbarie, aquel despropósito… El acantilado, el mar, el último paso, a fin de cuentas, podían esperar…