En estos tiempos que nos está tocando vivir, uno no puede dejar de prestar atención diaria, con cierta intranquilidad, a las declaraciones y reacciones que cadadía realizannuestros eurovecinos en relación con la situación económica que atraviesa este país. Hay que decir quea estas alturas del partido cada vez es más difícil que consigan sorprenderle a uno, perohace unos pocos días entré con dificultad en internet y quedé sorprendido por un artículo que leí en un conocido portal web dedicado a la información relacionada con el mundo económico y empresarial.
"Bild", periódico sensacionalista alemán de gran tirada y muy leído en esta época de vacaciones, publica un artículo de un señor cuya cabecera es, ni más ni menos, la siguiente: "Yo odio a los españoles".
Yo que he viajado algo, lo primero que hago es tratar de ponerme al día sobre las cosas buenas del país que me acoge, tratando de comprenderlo y en cierto modo de quererlo, me he quedado estupefacto ante semejante titular. Comprendo que haya gente que no nos quiera, y hasta que nos odie un pelín, pues tenemos muchos defectos, y como dice un comentarista, haya muchos españoles a quienes les gusta Belén Esteban, o por ganar dos copas de Europa seguidas…
El artículo es un conjunto de banalidades, escritas por un alemán que no da la talla, y se queja de nuestra mala educación, el tono alto de nuestras conversaciones y el hecho singular de no guardar las colas cuando utilizaba su billete de Interraíl en la estación de Huelva . Yo soy un maniático de las colas, y en el aeropuerto de Lujua me dedico a organizar bien la cola del taxi, y una vez llegué a llamar sinvergüenza a una señora que se coló descaradamente. Al alemán que nos odia le pasó lo mismo con otra señora onubense.
También se queja de que la gente no le entendía bien su magnífico inglés, algo que quizá no debiera sorprenderle tanto, y menos ser motivo de odio, ya que en Huelva se habla español con acento andaluz . Yo también he intentado hablar inglés en Alemania, y en ocasiones no nos hemos entendido, cosa que no me sorprendió en absoluto, ya que todo el mundo tiene derecho a hablar en su propio idioma , y no necesariamente en inglés. Algo más me extrañó, cuando yendo con mi padre a visitar el campo de concentración de Dachau, que la gente parecía no entenderme ni en inglés ni en alemán ni en ningún otro idioma, porque movían la cabeza y no se daban por aludidos, aunque no pudieron evitar nuestra visita a aquel conjunto de horrores objetivamente odiosos.
Lo importante no es el artículo en sí, que parece redactado por una persona bastante corta de mollera y quizá con algún problema psiquiátrico a cuestas, ya que dice querer mucho a los franceses, porque encontró a una pareja que hasta le invitó a cenar, cosa loable tratándose de nuestros mirados vecinos. Lo importante es que un periódico de gran tirada como "Bild", lance un artículo que será leído por alemanes en vacaciones, muchos de ellos precisamente en España, en unos momentos en que existe una tensión entre ambos países, que normalmente siempre se han llevado bien. Y los alemanes, que no suelen tener mucho sentido del humor, resultan bastante peligrosos cuando se empieza a hablar de odiar a un pueblo. Son como la española cuando besa... pero mucho más peligrosos y dañinos.
Hay alemanes que murieron en nuestra Guerra Civil en ambos bandos, y hay españoles que también murieron no lejos de San Petersburgo en su última guerra, o como nuestros republicanos gaseados en la idílica campiña austríaca de Mathausen. Pero ya no se trata ahora de recordar muertes y resucitar odios, sino de construir entre países tradicionalmente amigos, una Europa nueva y unida, con el fin de que todos salgamos beneficiados, algo que hasta ahora no ha ocurrido, pero que esperamos que pueda llegar a ocurrir.
Creo hay inoportunidad y algo de maldad en la publicación de "Bild" en estos momentos, en los que nuestros parlamentos y nuestros políticos han de abordar importantes y complejas reformas en menos de un mes. Esto es lo que me duele del inesperado y perverso bodrio periodístico.