La progresiva pérdida de rentabilidad y la excesiva especialización en la producción lechera de las explotaciones agrarias menorquinas, unido al retraso en el pago de unas ayudas de futuro incierto por parte de las diferentes administraciones, tiene en jaque al sector. Sin embargo, existen algunas luces en este negro panorama que pueden iluminar el camino a seguir. Uno de los ejemplos es la Cooperativa Sant Llorenç de Alaior. Sus 235 asociados han tenido claro que la salida es a través de la unión de esfuerzos en busca de la autogestión. Así, la iniciativa surgida hace unos meses de comercializar conjuntamente los productos que cultivan y elaboran los payeses está teniendo resultados positivos. La venta directa en su tienda, así como a hoteles y restaurantes, el acuerdo con una importante distribuidora y la posible exportación a Alemania son nuevas vías de negocio por las que se está apostando. Pero este proyecto se reforzará aún más si no se frustra la fusión con la cooperativa Sant Guillem y Santa Escolàstica de Ciutadella, que aportaría 300 productores. El objetivo es, en definitiva, sumar para ganar eficiencia en la gestión, incrementar servicios y reducir costes.
Editorial
Nuevas expectativas para el sector agrario