Queridos diocesanos: Estoy convencido de vuestro conocimiento sobre el significado de la diócesis. Os lo recuerdo con palabras del Concilio Vaticano II: "La diócesis es una porción del pueblo de Dios que se confía a un obispo para que la apaciente con la cooperación del presbiterio, de forma que, unida a su pastor y reunida por él en el Espíritu Santo por el Evangelio y la Eucaristía, constituye una iglesia particular, en que verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es una, santa, católica y apostólica". Comprendo que vuestra experiencia eclesial, digamos de forma ordinaria, tiene como referencia la parroquia de vuestro barrio o de vuestro pueblo.
Todos vivís cerca de una parroquia donde tenéis por costumbre acudir para escuchar la Palabra de Dios, para celebrar los sacramentos y para aprender a compartir lo propio con los demás. En nuestro caso de Menorca, por sus dimensiones, también queda cerca de todos la diócesis porque coordina, anima y acompaña multitud de iniciativas y a nadie resulta extraña o lejana esta realidad. Hay una gran facilidad para identificar parroquia, conjunto de parroquias y diócesis en esa misma experiencia vital de todos los menorquines.
Reconozco y agradezco la colaboración que, a lo largo de los años, han prestado muchos cristianos a la diócesis con su entrega a distintas actividades, con las aportaciones económicas, con sus opiniones y sugerencias. Lo mismo puedo decir de muchos de vosotros en estos momentos. Con todo ello todavía queremos dedicar todas las diócesis de España un día especial en el mes de noviembre a resaltar la importancia de la Iglesia Diocesana, a valorar y a colaborar en sus actividades y necesidades y también a rezar por ella.
Este año dedicamos el domingo 18 de noviembre a esta finalidad. El lema escogido este año para la Jornada dice "La Iglesia contribuye a crear una sociedad mejor". En pocas palabras resume la pretensión de nuestros objetivos pastorales para este tiempo en los que desarrollamos una doble mirada: fortalecer y purificar nuestra comunidad cristiana; ofrecer los servicios y colaborar con toda nuestra sociedad para hacerla mejor. Que todos los cristianos vivamos más intensamente la solidaridad, la justicia, la libertad, la paz. Que consigamos introducir en nuestro mundo el amor de Dios y la salvación de Jesucristo.
Lo que tiene la Iglesia lo pone al servicio de la sociedad. No le resulta extraño que se pida la colaboración de todos para mantener los servicios que benefician a todos. También solicita vuestras oraciones para que ella misma sepa ser, cada día más y mejor, la comunidad de Jesucristo y la servidora del Evangelio.