En una Isla donde los recursos hídricos son, por escasos, un bien preciado y en la que además hay dos municipios donde los acuíferos padecen un exceso de salinización, Ciutadella y Es Castell, es incomprensible que solamente el dos por ciento del agua depurada sea reutilizada y el 98 por ciento acabe en el mar. Los datos que ofrecemos en nuestra edición de hoy elaborados por el OBSAM, refleja que las depuradoras menorquinas son de baja calidad porque, salvo excepciones, no están preparadas para el tratamiento terciario, lo que permite que el agua resultante sea apta para el riego. De hecho, únicamente Sant Lluís y Es Mercadal pueden ofrecer este servicio. El caso más escandaloso es el de la Depuradora Sur de Ciutadella, en la que se invirtieron 6 millones para crear una comunidad de regantes, proyecto que de momento no ha servido para nada.
Ante este panorama, las diferentes administraciones tendrían que valorar cómo solucionar este problema, porque si bien es cierto que en estos momentos no se está para grandes gastos los beneficios de poner a punto estas instalaciones redundarían en un ahorro de agua y la posibilidad de impulsar las comunidades de regantes. Mantener la actual situación es un desperdicio sin sentido.