En el panorama de recortes presupuestarios, justificados por las administraciones como receta para combatir la crisis económica, la sanidad pública no se ha salvado. Los profesionales que trabajan en los hospitales y centros de salud han de hacer frente a una situación muy difícil y complicada para mantener un nivel de calidad satisfactorio en la atención asistencial. Cualquier paso atrás en este ámbito genera un rechazo automático tanto en el propio colectivo como en los usuarios, ya que estamos hablando de uno de los pilares del estado de bienestar. Lo hemos visto en las protestas que se han producido a lo largo del año. A pesar de todo ello, la implicación del personal sanitario por desarrollar su trabajo lo mejor posible en unas condiciones adversas se demuestra con ejemplos como el del servicio de Oftalmología del Hospital Mateu Orfila, que ha dado un paso al frente al asumir con carácter rutinario los trasplantes de córnea. Es una cirugía compleja pero que el equipo de especialistas ha decidido potenciar, para evitar con ello que los pacientes tengan que trasladarse a Palma. Este tipo de compromiso, que también se hace extensivo a otros departamentos, es muy loable y una excelente noticia en los tiempos que corren.
Editorial
No todo son malas noticias en la sanidad