Un año apasionante. Nos hemos salvado del fin del mundo y ya nos acecha el abismo fiscal norteamericano o el precipicio del rescate económico-financiero; dramáticos acontecimientos que nos mantienen en ascuas. Luego, cada cual arrima el ascua a su sardina y nuestro dilecto líder nos advierte que este invierno, las vamos a pasar canutas. Los problemas no están resueltos todavía y parecen crecer con el paso del tiempo.
Aquí decimos "qui dia passa, any empeny" como para darnos ánimos. Y tal como está el panorama, con la gente cada vez más tolerante, respetuosa con el prójimo y cumplidora con el fisco, seguro que veremos cosas dignas de mención, en este tenso año de la consulta prometida.
Puestos a imaginar, la asociación "Sine Picore" celebrará un congreso en la isla sobre los antihistamínicos de cuarta generación y los últimos avances en rascadores de espalda; se propondrá la celebración del "Año Internacional contra el bilingüismo", donde gente que habla diferentes lenguas, se pondrán, por fin, de acuerdo en algo; y también parece que seguirán escaseando en nuestro país, el crédito y el intelecto. Si el hambre es tan antigua como el hombre, y el pecado tan antiguo como el hambre, hagamos un somero repaso de los viejos pecados capitales, ya que sin examen de conciencia y el consiguiente acto de contrición, no puede ser fiable ningún propósito de enmienda.
En una época tan hedonista, la lujuria suele disculparse o quedar algo difuminada. Pero la esclavitud sexual, la pederastia, la violación o cualquier otra forma de humillación y mercantilismo sexual, atacan la dignidad humana y son actos execrables. La utilización de seres humanos como una mercancía u objeto de placer, mueve un lucrativo negocio de dimensiones colosales.
La gula es el consumo excesivo de comida y bebida, mientras otros seres humanos se están muriendo de hambre y de sed. El mundo obeso se come al famélico con voracidad insaciable. Si pensamos en la avaricia o acumulación de riquezas, nos percatamos de que los términos: economía sumergida, burbuja inmobiliaria, tiburones financieros o hundimiento de la bolsa, son símiles acuáticos o líquidos. Nos recuerdan que el avaro, construye un costoso trasatlántico para tenerlo en el dique seco. Sueña con llegar, cargado de dinero, al paraíso fiscal.
La pereza es el estado de ánimo que nos aparta de las obligaciones y tareas. La falta de productividad socava el Estado del bienestar. Cuando tantos quieren trabajar y no pueden, los que trabajan deben hacerlo sin reservas, contribuyendo así al crecimiento económico, la generación de empleo y al bienestar de toda la sociedad. La ira tiene un potencial destructivo devastador. Dejarnos dominar por ella nos llevará a la perdición. La envidia es desear lo que tiene el prójimo. Somos demasiado propensos a caer en ella. Finalmente, la soberbia es creerse más importante que los demás y la humildad, es su único antídoto.
Sin tanto pecado, el mundo sería mucho mejor. El día 20 de marzo llegará la primavera y la naturaleza se llenará de luz y de colores. El invierno, nos habrá parecido un purgatorio.