Tengo la percepción de vivir en un país donde la capacidad de asombro respecto a todo lo que sea ver cómo algunos se enriquecen, no tiene límites. Aquí, legal o ilegalmente, hay gente que no ha parado de enriquecerse. Los seis millones de parados, la bajada de salarios, la subida escandalosa por vía impositiva, la facilidad con que la gente se queda sin trabajo; todo eso y más les tiene sin cuidado. Los desahuciados, los que incluso con una licenciatura están haciendo cola frente a un comedor de Caritas; las familias cuyos miembros están todos parados sin trabajo y sin que en su casa entre un euro del subsidio; todo eso a ellos les importa una higa.
Fíjense qué finiquitos o qué sueldos o qué complementos han cobrado algunos: Al conjunto del Consejo de Telefónica le han pagado 50,5 millones de euros, un 79 por ciento más que en el 2011. Julio Linares, exconsejero de Telefónica, recibió en septiembre 24,7 millones de indemnización. El vicepresidente de Ferrovial, Joaquín Ayuso, a pesar de seguir como vicepresidente, cesó de sus funciones ejecutivas, en el último noviembre, Ferrovial le pagó 8,1 millones. En Iberdrola, al presidente Ignacio Sánchez Galán, le han pagado 6,27 millones, además de 305.000 acciones de la empresa. En el banco Santander, al consejero delegado Alfredo Sáenz, 8,23 millones, y eso a pesar de que su sueldo bajó un 29 por ciento. A Antonio Brufau, presidente de Repsol, le han pagado una compensación de 7,63 millones (el año anterior fueron 10,12 millones).
Sí, ya sé que hablamos de empresas privadas, pero también sé la filosofía que está, no solo consintiendo, sino propiciada por parte del Gobierno la tremenda reducción salarial para ser, dicen, más competitivos. Una reducción salarial escandalosa porque, bajarle el salario un 29 por ciento a quien a pesar de esa reducción cobró 8,23 millones al año, convendrán ustedes conmigo que no es como para malvivir. Pero dejar a un trabajador convertido en un mileurista, o ni mileurista, siempre pendiente de la espada de Damocles de ser despedido en cualquier momento, es sentenciarlo física y psíquicamente a la pura supervivencia. Piensen qué se puede hacer con menos de mil euros quien tiene mujer y un hijo (observarán que solo he puesto un hijo) a su cargo y tiene que hacer frente a todos los gastos de su casa.
¿Cómo puede ser que en estos momentos en España existan estos salarios multimillonarios? ¿Qué pueden pensar 6 millones de parados? ¿Qué puede pasar por la cabeza de una familia a la que un banco le ha quitado el piso porque no puede hacer frente a lo que le queda de hipoteca, que a lo mejor ni llega a los 30.000 euros? Eso de los desahucios, por cierto, está al límite de la honradez.
Es deplorable que aquellos que no tienen ninguna culpa de la crisis estén pagando un precio tan alto, mientras que éstas son las horas que quienes la propiciaron, o no hicieron nada para impedirlo, siguen tan ajenos, tan liberados de pecado, tan obscenamente impolutos.