Unas iban recortando trozos de papel de celofán, de igual tamaño, según la plantilla que no era otra cosa que un cuadrado de cartón. Para que cundiera se hacían varias dobleces y de un tiro mataban unos cuantos pájaros. Mientras tanto sobre el mármol se iba derramando la pegajosa crema que no era otra cosa que caramelo casero. Una vez extendido tal cual una lámina con un cuchillo se dibujaban profundas rayas verticales y otras horizontales formando cuadros, al enfriarse se iban partiendo, quedando los auténticos caramelos conocidos por, sense gust. Se vendían en todas las pastelerías de nuestra ciudad, populares y económicas, quedando al abasto de todos. En invierno en plena vorágine de toses y dolores de garganta, se chupaban, refrescando la boca, claro que lo suyo eran los de miel o el consabido eucalipto. Una "paperina" dos pesetas.
Lo de envolverlos, era pura fantasía, usándolos en los consabidos bautizos de los nenes (muñecos). De una manera o de otra las niñas, siempre han buscado una vía de escapatoria para divertirse y entre los juegos uno de los mejores, el de madres e hijas. Pues sí apreciado lector, efectivamente acertado, yo fui una de estas manrimandonas, como una de aquellas madres de mando y ordeno, claro que, la mayoría de amiguitas coincidíamos, sintiéndonos madres gozando a la vez que disfrutando de alcanzar el liderazgo.
Lo de los bautizos, era una estrategia más de las muchas a las que se podía recurrir para comer lo que ahora se conoce por golosinas. A veces alguna madre hacía galletas rizadas, una xalada", mientras la pasta era tragada por la máquina, iba saliendo por una estrecha boquilla con forma de rizo, de ahí su nombre. El tamaño solía diferenciarse de una a otra, mientras la hija le daba a la manivela, la madre cargaba la ancha boca, atenta a ir cortando con las tijeras lo que sería la galleta, no sé, tal vez unos cuatro o cinco centímetros de largo y puestas una junto a la otra sobre la lata que más tarde cocerían en el horno.
Autentico festín, las rizadas, una aluda de aceitunas verdes sevillanas, "perletes" ¿las recuerdan? De diferentes colores, pequeñitas y azucaradas, y para beber una botella de las de tapón de gaseosa con agua y regaliz, removida al máximo llegando a salir una espuma algo negruzca producida por la barrita Zara al irse diluyendo. Todo ello acompañado de canciones y juegos infantiles, desde saltar a la cuerda, a la charanga, o con la pelota decorada de peces de colores ideal para jugar al popeye.
Mientras íbamos hablando de todo ello, sentadas junto al fuego fuimos anotando: en la pizarra que el tres de abril, cuarto menguante se deberán escardar las huertas, trabajo que lo vienen realizando los hijos de l'amo, Quicus. Añadir que se siente orgulloso de llamarse Francisco, como el Papa, al que le hemos depositado todas nuestras esperanzas, seguimos minuto a minuto cuanto iba aconteciendo en la Capilla Sixtina. La salida al balcón, con su traje blanco, su cruz de plata al igual que su anillo, sus múltiples detalles que hablan mucho a su favor ideales en unos momentos tan críticos, de fe, de valores humanos, de crisis monetaria. El hacer uso de su vehículo particular, huyendo de glamurosos lujos tan innecesarios. Recordar a sus paisanos, dejen de viajar a Roma, mejor entreguen los dineros que debían gastar en el viaje a los pobres. Todo un ejemplo, lo que nos hace pensar que a partir de estos momentos, la Iglesia deberá embalar cantidad de lujos que hasta ahora ha venido usando guardándolo en el desván. Ya iba siendo hora llegara alguien como el papa Francisco, tan solo así es posible se reencuentre de nuevo la familia católica.
Transcurría la velada entre charlas, invitando a Praxèdies, se banyi con su pensamiento de María Zambrano, coincidente con un grupo "ben gros" de seguidoras de la que alcanzó el premio Miguel de Cervantes.
El seis de septiembre de 2012, la prensa dedicaba una pàgina a lo que se consideraba noticia, El País en su apartado de Cultura, firmado por uno de estos hombres que tanto agrada leer, José Andrés Rojo. Se ilustraba con una fotografía de María Zambrano en los años veinte, en Unturbe (Segovia ) y otra de Gregorio del Campo, la misma que tan mal sentó a las mujeres des Talaiot de Trepuco, apareciera todo tal cual, en el diario Menorca se le diera tanto protagonismo publicándolo en la portada del 24 de febrero del corriente. Entre muchas cosas, por la falta de delicadeza del tal Gregorio, hacia una joven promesa en aquellos momentos como ya se vislumbraba. No es extraño que jamás nadie ni sus amigos más cercanos escucharan por boca de la filósofa hablar del artillero, inadecuado y mordaz debió ser el trato del militar en las cartas que mandaba, se intuye claramente por las contestaciones de María, se detecta el tratamiento con que escribía el hijo del campanero de pueblo. Lo que ahora se conoce por mal tratador y que desgraciadamente tantísimas mujeres tuvieron que soportar.
Ángeles Caso, escribió que las grandes historias de amor suelen tener como protagonistas a mujeres apasionadas que hicieron de su vida lo que la posteridad ve a modo de verdaderas novelas, pero que fueron dramas reales y muy intensos que compiten ventajosamente con las ficciones mas famosas de la literatura.
Elisabeth emperatriz de Austria-Hungría, en su vida llevó un diario que fue quemado después de su muerte como era su voluntad, por su amiga Ida Ferenczy . En 1951 como ella deseaba los herederos de la familia Wittelsbach entregaron los poemas de la emperatriz y sus cartas a la Republica Federal Suiza. Fueron depositados en el Archivo Federal de Berna, hasta que en 1984 la historiadora Brigitte Manan los publicó. Pero antes nadie se atrevió a publicar algo tan íntimo al contrario de lo que han hecho dos familiares del capitán de artillería Gregorio del Campo. Algo que no ha sido aprobado como decía más arriba por la mayoría de seguidoras de María Zambrano preguntándonos cómo ha sido posible tanta falta de sensibilidad cuando lo correcto era visitarla, presentándole la correspondencia guardada por el artillero, a nuestro parecer lo impropio y ruin esperar veinte años a que ella falleciera, es injusto.
Y quién nos asegura que María Zambrano tuvo un hijo. Nadie. La lista de amigos es larguísima, otro tanto sucede con sus biógrafos unos cincuenta y nadie lo relata, ni tan siquiera lo insinua, ya es casual, ¿no les parece?
Lo que sí se detecta, la manera cómo la andaluza le escribía, refiriéndose a él como -un niñico- siempre tratándole como a un chiquillo. Copio textualmente uno de sus párrafos donde dice:
"Adiós hijico mío. Te veo solico en el tren". En otro lugar de otra misiva, es estremecedor leer: "Di si es posible que insultes de este modo a quien en no ha tenido más pecado que el quererte con toda su alma a quien te hubiera dado su sangre gota a gota, a quien ahora mismo te perdona todo el destrozo que has hecho en lo más delicado y noble de su alma, en aquello que por mejor he tenido consagrado a ti. ¿Y es que tú no sabes, di, no lo recuerdas? No recuerdas que estas cosas que ahora -te da asco recordar- y que has hecho por transigir, conmigo, han partido casi siempre de ti y se han realizado por ser esa tu voluntad. Y demasiado sabes, que para mí, a veces han sido verdaderos sacrificios, pues yo ni lo deseaba ni sacaba nada de ello, más que la satisfacción de haberte complacido y de servirte de algo".
La familia de Gregorio del Campo, se puede sentir orgullosa de haber tenido a un familiar tan despreciable y déspota con María Zambrano a la vez que insinúen el tiempo de embarazo cuando en realidad la Zambrano estuvo retirada doce meses en una clínica madrileña, gravemente enferma de pulmón. Poseo un amplio dossier de todo ello.
Lo que sí es coincidente, que hubo muchos artilleros que pasaron por la Mola e hicieron estragos con las jóvenes de la época, que imagino por su juventud e ignorancia se dejaron arrastrar por aquellos que llegaban de la academia militar, sus artes amatorias junto a sus uniformes y maneras distintas a los de aquí, hubo varias que quedaron embarazadas entre ellas una mujer a la cual aprecié infinitamente y el causante del embarazo compañero y superior del tal Gregorio.
En mi archivo particular tengo anotados, nombres de familias ilustres de Zaragoza, no es el caso de Gregorio del Campo hijo de casa humilde, que dejaron embarazadas a menorquinas y que algún día a buen seguro mi nieta podrá sacar a la luz con nombres, apellidos y fechas auténticas reveladoras, aún hoy es muy reciente la historia. Lamentaría dañar a alguien que a buen seguro fue víctima de las maneras amatorias de la época.
–––
margarita.caules@gmail.com