Hacia el frente
Nuestro batallón expedicionario embarcó en Melilla rumbo a Uad Lau el 2 de julio de 1924; llevaban a bordo el armamento, impedimenta y ganado. Viajaron en el vapor "Lázaro" juntamente con otras unidades militares. Fueron despedidos por numeroso público cuyas almas vibraban con el mismo sentimiento. Se agitaban pañuelos en postrer saludo. Los que zarparon, iban a poner su importante compromiso en el combate para, con humana solidaridad, librar a otros hermanos que estaban sitiados y resistían el cerco enemigo. Eran conscientes de la grandeza del sacrificio y no lo escatimaron.
A las cinco y media del día 3, el buque fondea en una extensa playa que constituye la ensenada de Uad Lau. La costa está a unos doscientos metros. Las barcazas para desplazarlos a la orilla están ocupadas con buques precedentes. A las 16, empiezan a descender las compañías de fusiles; la compañía de ametralladoras, con el material, ganado y tren, desembarca en último lugar. Este trabajo es forzosamente lento y terminan de madrugada. Duermen, lo poco que queda de la noche, sobre la arena de la playa junto a la impedimenta.
Encuentro con el enemigo
El día 4 de julio aún no alboreaba cuando despertaron al capitán de ametralladoras señor Lafuente. Fue avisado que habían de incorporarse al resto del batallón, que estaba a una distancia considerable, para salir de operaciones a las seis. Llegaron a una llanura donde se habían puesto en marcha dos largas columnas paralelas para remontar el valle del Lau. En la columna de la derecha, encargada de proteger el avance de la otra, estaba nuestro batallón. A él se incorporaron, sin haber tenido tiempo para desayunar.
Las compañías primera y segunda al mando del Teniente Coronel Colorado avanzaron a la derecha de las posiciones sitiadas Coba Darsa y Tisgarin. Dichas compañías fueron requeridas para prestar urgente auxilio a un tabor de Regulares que se batía en las lomas más altas al noroeste de Tisgarin. Esta posición sufría la presión del enemigo, cuya principal concentración estaba en el poblado de Xeruda. Las dos compañías treparon por una empinadísima pendiente cubierta por espesos jarales. La segunda desplegó al momento padeciendo enseguida un muerto y un herido. La otra, siguió para apoyar el flanco derecho. Las dos continuaron en posición sosteniendo un intenso tiroteo unidas al tabor de Regulares que había sufrido importantes bajas. Sobre las seis de la tarde, la línea sufrió un impetuoso ataque del adversario. Fue rechazado con fuego rapidísimo y empleando los Regulares sus granadas de mano. Desde aquel momento, el fuego fue amortiguándose, cesando por completo al oscurecer.
Mientras tanto, la compañía de ametralladoras y la tercera de fusiles, mandadas por el comandante Moysi, al llegar al pie de Loma Roja, recibieron orden de hacer alto y permanecer en reserva del coronel del Regimiento de Ceuta que mandaba la columna. A los dos minutos, dicho coronel ordenó el avance de la compañía de ametralladoras, hasta hallar a media ladera posición de tiro, para barrer dos barrancadas por donde intentaba infiltrarse el enemigo. En el barranco de la derecha vieron una gran concentración de rebeldes los enfilaron y rompieron el fuego.
Desde lo alto de Loma Roja, la compañía de ametralladoras y la sección de fusiles del alférez Ramis protegen con el fuego el avance de la sección del alférez Vidal que hace un nutrido tiroteo lanzándose loma abajo en apoyo de las dos compañías de Ceuta atacando además al enemigo a la bayoneta por tres veces.
Durante el combate, el alférez Ramis, (buen tirador) había empuñado un fusil mientras observaba al enemigo desde un matorral, esperando la ocasión de hacerle alguna baja. De pronto, tras un matojo se alza un moro y, al tiempo que apuntaba al alférez Vidal, le oyeron gritar: ¡Ahí va teniente! (sic). Pero el alférez Ramis, que estaba al acecho, aprovechó el momento que gritaba el adversario para apuntarle y disparar salvándole la vida al alférez Vidal.
El mismo día el soldado Francisco Ruíz Martínez, de la sección Vidal, para mejor determinar al enemigo, muy próximo y oculto entre la tupida vegetación, se encaramó a un árbol y, viendo a los contrincantes por encima del ramaje, les disparaba produciéndoles bajas. El enemigo no comprendía cómo podía ser visto, ni desde donde disparaba el certero tirador. Este episodio unido a otros varios, contribuyó a que la partida rebelde se retirase a toda prisa.
Rechazado el enemigo en todas las posiciones, se ordenó que se pernoctara sobre el terreno conquistado. La jornada costó al batallón diez muertos y veintidós heridos. Éstos fueron evacuados a Uad Lau y algunos por mar a Ceuta. Al estar los medios de transporte ocupados en la evacuación de heridos y municionamiento; no hubo oportunidad de abastecer al personal de comida ni agua en todo el día.
El Capitán Lafuente llevaba un diario de cuanto acontecía. Con referencia al 4 de julio una crónica suya en el diario "EL BIEN PÚBLICO" terminaba así: "¡Menorquines hermanos, una oración por nuestros muertos y otra para que se salven los heridos! No desmaye vuestro ánimo como no desfallece el nuestro ¡Viva Menorca! ¡Viva España!
Al día siguiente del bautismo de sangre, al alba estaban todos levantados; seguían sin tener nada para comer ni beber. Al final de la tarde dispusieron de algo de pan y menestra en ración reducida. Por la gran sed que padecían y tener la boca tan seca, les costaba mucho masticar y tragar el alimento. En cuanto a la lucha, el enemigo había quedado muy quebrantado el día anterior.
El día 6 la gente puede tomar café para desayunar; se recibe algo más de vituallas y se les puede preparar comida para el mediodía. Hacia las quince se inicia un bombardeo por nuestra artillería y aviación. Los Regulares vadean el río haciendo lo mismo varias oleadas de otras fuerzas desplegadas, entre ellas caballería y las compañías primera y segunda del Mahón 63. Avanzan con ímpetu. Toman Coba Darsa. Han roto el cerco de esta posición liberando a los sitiados. La dispersión del enemigo es total, las dos márgenes del río están dominadas por los españoles.
El día 7 el enemigo ha desaparecido. Ya se come regularmente en cuanto a cantidad y calidad pero todavía tienen problemas para mascar e ingerir los alimentos sólidos.
Visita del General Primo de Rivera
El 13 de julio reciben la visita del Presidente del Directorio, General Primo de Rivera. Éste, revista las unidades y encarece a los jefes que transmitan a las tropas su felicitación por el triunfo obtenido. Expresa frases de gratitud y de aliento en nombre del Rey y del Gobierno. Se dirige al Tercio y prueba el rancho; también cata la comida del batallón de Menorca y felicita al Teniente Coronel por lo bien que se alimentan sus soldados. El general Serrano manifiesta al Marqués de Estella que el conjunto de todas estas unidades es de choque como lo demostraron los días 4 y 6.
El viaje del General Primo de Rivera es también de ampliación de estudios sobre la situación. Tiene un plan para actuar en el futuro, pero por prudencia quiere hacer la última y definitiva comprobación sobre el terreno.