Si nos centramos en el periodo de la historia de Menorca que arranca en el impreciso -pero indudable- momento de la pérdida de su autosuficiencia, podemos asegurar sin riesgo a equivocarnos que se han cometido graves (y no pocos) errores.
Pues bien, fuera cual fuera la metedura de pata más relevante en cuanto a su improcedencia y/o efectos devastadores(*) cometido hasta la fecha, obtendría solo un tercer puesto en el ranking de grandes cagadas si entrara en competición con los dos errores XL que amenazan con perpetrarse en un futuro inmediato. A saber:
Error 1.- Lo describiré con una pregunta: ¿Quién ganaría si se hicieran prospecciones petrolíferas a pocas millas de Algaiarens? ¿Usted? ¿Yo?
Error 2.-Lo explicaré con otra pregunta: ¿Quién ganaría si se tiran lodos contaminados a pocas millas de Punta Prima? ¿Usted? ¿Yo?
Tras responder correctamente a estas sencillas cuestiones, asumamos ahora (por ejemplo) la evidencia de que aquel mantra que profetizaba algo parecido a que el "necesario" rescate a la banca no lo pagaría en ningún caso el contribuyente, constituía solo una más entre las innumerables trolas de Pinocho (todos sabemos que al final los desmanes de la banca los pagará Juan Español, como por otra parte nos veníamos oliendo los más suspicaces, que tendemos a desconfiar preventivamente de las alegres promesas de nuestros queridos líderes, especialmente cuando las pronuncian durante "el periodo", esto es, en fechas cercanas a las elecciones, cuando sus organismos se inundan por tanto de potentes hormonas que los ciegan, como al corzo durante la berrea).
Trolas como la de la banca devolviendo las ayudas con intereses las tenemos a espuertas. Es inútil poner ejemplos. Las hemerotecas rebosan de mentirijillas comprobables a los pocos meses de su facturación. En efecto. Podemos dar por hecho que todo lo que, refiriéndose a los vertidos de lodos o a la fiebre del petróleo, prometa felicidad o un futuro idílico será verdad solo si ese futuro se refiere a quien pille cacho en ambos asuntos, lo cual nos excluye tanto a usted, querido lector, como a este cura que le habla.
Quizás las únicas prospecciones que traerían fortuna a nuestra casta de mortales pagadores de impuestos serían aquellas que practicaran catas indagatorias sobre el capital humano sobrante en los despachos de actividad semiplana o directamente contraproductiva que con tanta soltura, fuertemente arraigados a la subvención, anidan entre nosotros. Quizás el único vertido de lodos que nos traería fortuna a usted y a mí, querido lector, sería aquel que depositara el contenido de la fosa séptica del Estado sobre las espaldas de los que nos han estado sisando con denodado empeño, siempre y cuando el vertido viniera acompañado de la devolución de nuestra pasta.
Conocedores, como somos, de esta realidad tan decepcionante, conmino a la sociedad menorquina a significarse. Y lo digo porque permanecer callados en estos dos asuntos, además de cumplir con las prudentes leyes del anonimato, lleva aparejado el peligro no desdeñable de que nos jodan la biosfera y la troposfera de una tacada. Si no piamos lo harán. Lo justificarán como justifican todas las mentiras. Dirán que no hay pasta para descontaminar los lodos (la seguirá habiendo no obstante para mantener una triple administración celulítica), dirán que España necesita petróleo, pero, de encontrarlo los beneficios serán para los accionistas de alguna petroleras, en ningún caso para el contribuyente (el que la gasolina o los impuestos bajasen por ese motivo resultaría tan improbable como que yo me convierta en Mary Poppins porque me encuentre un paraguas).
Recordemos a los más despistados que ahora dependemos del turismo (pese a quien pese), y que el petróleo y los lodos mercuriosos tienen un tipo de relación con el turismo que se acerca más al que mantienen el agua y el aceite que a la fotogénica simbiosis entre el poder y la corrupción.
Recomiendo pues a todo menorquín y a todo amante de Menorca que se signifique, que manifieste su opinión en el "Diari" , en las redes sociales o en las tertulias de barra. Si les dejamos hacer, harán. No lo duden.
(*) Sería curioso saber cuántos puertos como el de Mahón se podrían descontaminar depurando sus lodos con la indemnización de Cesgarden, de la que ningún actor interviniente en el desaguisado se hará cargo (para eso ya estamos nosotros).