Caballo, alcohol, coca, chocolate...¿drogas o fiestas? Se oyen tambores ¿serán de guerra o de fiesta? Gritos, cohetes en la oscuridad...¿vivimos una guerra o se trata de una fiesta? Fuegos devastadores o fuegos artificiales. Las cosas tienden a confundirse, hoy en día, y a circular por la red de una manera indistinta, neutra, aséptica. Como simple información que busca su "trending topic", su efímero momento de gloria. Podemos retransmitir un bombardeo o un jaleo desde el móvil. Mira lo que me han enviado...
Aquí se trata de "Ses Festes de Maó" que, como cada año, vamos a celebrar y a compartir: con amigos y visitantes, familiares o desconocidos. Mientras en Siria luchan y mueren entre la desesperación y el dolor, aquí procuramos tener la fiesta en paz. En algunos países, la destrucción que era impensable hace unos años, es hoy una pavorosa realidad. Las guerras provocan enormes desplazamientos de población. También de los flujos turísticos. Las pérdidas de unos, suelen ser ganancias para otros.
La lucha por el poder (empezando por el poder adquisitivo) está en el origen de muchas de estas masacres. Enfrentamientos que se llevan miles y miles de vidas, al tiempo que destrozan las que quedan. Algunos se aferran al poder; otros quieren tener más; luego están los que no lo tienen y aspiran a conquistarlo; y, por supuesto, los que se aprovechan de todo ello para aumentar beneficios...¿acaso somos incorregibles? John Lennon solía cantar aquello de: "Imagina que no hay países..." y lo mataron. Todavía, en el siglo XXI, queremos poner fronteras donde no las hay...vivan las cadenas...humanas, piensa muchísima gente. Parece que no aprendemos de los años ni de los daños...y que nos encanta repetir las viejas historias, que los más ancianos del lugar todavía recuerdan.
Tokio, Estambul o Madrid. Decepción o euforia, según los casos. Nunca llueve a gusto de todos. Pero "Mañana puede ser un gran día"- nos dice Serrat - "plantéatelo así".
Necesitamos estimular la economía como quien aviva una hoguera...y 2020 ya está a la vuelta de la esquina. Mantengamos los ideales deportivos y olímpicos que nos han ayudado a superarnos tantas veces. Respetemos al adversario en la victoria, y también en la derrota. Juego limpio por encima de todo. Madrid no es ese monstruo centralista que nos quieren pintar algunos. Madrid es cosa nuestra y es de todos.
Como cuando nos unimos, en el 92, alrededor de la candidatura de Barcelona, que fue un gran éxito. Porque Barcelona también es cosa nuestra: su idioma, su cultura, sus maravillas y sus grandes tradiciones. Pateando sus calles, estudiando en sus aulas, conversando en sus bares, la hemos interiorizado y forma parte de nosotros. Uno lleva dentro, los lugares y las personas que ama.
Amando conseguimos asimilar y embellecer lo que nos rodea. Si odiamos...expulsamos, alejamos, menospreciamos y nos blindamos frente a lo que no podemos estimar o comprender. Y lo juzgamos incompatible con nosotros. Es muy triste vivir así, dominado por ese sentimiento empobrecedor y destructivo. Porque más que sentimiento, es resentimiento. Vivir contra algo, solo es contra vivir.
Si oímos una declaración, queremos que sea de amor y no de guerra.