Hay actuaciones de nuestros políticos que diríase gestadas por alguna mente surrealista, cuando no maquiavélica y retorcida.
El PP en solitario, cómo acostumbra, nos acaba de anunciar toda una batería de leyes modificadas o nuevas para nuestro ordenamiento jurídico, a la vez que nos habla de transparencia en el plural quehacer de las labores políticas, mientras se agavillan cual rodillo, para negarse a cualquier requisito de comparecencia del sr. presidente del Gobierno en sede parlamentaria, para que aclara por ejemplo, cómo es posible la ecuación de que exista una documentación de la Seguridad Social, que fecha a Luis Bárcenas como dando de alta en la misma cuando desde el estrado de oradores del Parlamento, Rajoy afirmó que Bárcenas no estaba ya en el PP en el 2.012.
Pero volviendo por el camino que traía sobre las importantísimas modificaciones del código penal, confieso que ya era hora, porque la delincuencia, cada vez más generalizada, estaba zarandeando hasta las mismísimas cuadernas del barco de la democracia, con una impunidad por la laxitud de las leyes verdaderamente vergonzante, permitiendo generar una metástasis expansiva en la actitud de sus señorías, en dejarse tan fácilmente corromper. Ahora bien: ¿se van a corregir los desmanes de la corrupción gracias al endurecimiento del código penal? Si seguimos con esa cansina e incomprensible actitud de tirarnos años y años simplemente para llevar a término un sumario procesal, las modificaciones anunciadas van a servir de muy poco. Si seguimos en ese atropellado "tejemaneje" de salvaguardar conciencia presuntamente enmierdadas hasta las orejas por esa figura tan familiar y tan a la mano para algunos de lo ya prescrito, les digo que para este viaje no hacían falta alforjas. Si seguimos con ese privilegio que nada más nombrarlo ya se barrunta el personal que la justicia no es igual para todos, me refiero a los aforados, no habremos hecho nada. A propósito, resulta como poco sospechoso, que cuando a un cargo político le pillan al otro lado de la barda que separa la honradez de la delincuencia, si no le queda otra, dimite, pero seguirá como es la costumbre, pegado como una lapa al sillón, que le garantiza seguir siendo aforado, bien como diputado, bien como senador o cualquier otro cargo que le otorgue ese singular privilegio diferenciador respecto a los demás ante a la justicia. Si eso también va a seguir siendo así, les participo que estamos en el mismo punto de partida en el que nos encontramos ahora mismo.
Si el gobierno va a seguir con esa decimonónica prerrogativa del indulto sin dar ninguna explicación a la ciudadanía, trastocando el espíritu y la letra de una sentencia firme, dando otro ejemplo demoledor de desigualdad ante la justica, ¿qué quieren que les diga? apaga y vámonos.