Hace unos años tuve la inmensa suerte de conocer a Mariano Sacristán, director general de una de las más importantes empresas de tecnología de nuestras islas y en aquellos momentos Presidente de Turistec y que, desgraciadamente, falleció al poco tiempo de manera repentina.
Tenía una gran capacidad para gestionar grandes equipos y proyectos. Su sola presencia imponía y a todos los que participábamos en reuniones conjuntas con él nos infundía un enorme respeto. Y lo conseguía siempre manteniendo su tono de voz al mismo nivel. Nunca había una palabra más alta que la otra. Nunca forzaba ninguna situación abusando de su poder. Todo lo conseguía con argumentos, dialogando, pidiendo opinión y, sobre todo, con mucha inteligencia y don de gentes.
Para mí había una palabra que lo definía perfectamente: Un líder.
Y de los muchos consejos que me dio personalmente, algo de lo que le estaré permanentemente agradecido, hay uno que recordaré siempre con mucho cariño y que me solía explicar cuando los plazos de entrega apretaban o cuando pensaba que algún proyecto sólo lo podrían ejecutar grandes empresas.
Me decia: "Santiago, ten en cuenta que hay trabajos y procesos que requieren su tiempo. En ocasiones, si quieres un resultado de calidad excelente y en los tiempos acordados, no lo resolverás añadiendo más recursos ni más personas, de la misma manera que nueve mujeres no pueden hacer en un mes lo que una mujer hace en nueve meses".
En nuestra sociedad es frecuente el pensar que el trabajo realizado por grandes empresas siempre será muy superior a las pequeñas y que el tiempo de entrega de sus proyectos siempre será muy inferior. Una verdad en la mayoría de los sectores excepto en el del desarrollo de software.
Los proyectos de software son complejos esfuerzos de ingeniería y cada nuevo actor tiene que integrarse en un equipo compuesto por diferentes perfiles que han de ayudar en la formación de sus áreas de conocimiento. El número de canales de comunicación diferentes aumenta con el número de personas de forma exponencial. Si se dobla el número de personas en el proyecto, el resultado es 4 veces más conversaciones.
Y ésta es la parte del software que más me cautiva. Pequeños grupos de desarrolladores compitiendo cara a cara con grandes corporaciones y ganándoles la partida. En donde los primeros es posible que tengan que empezar trabajando en la habitación de sus casas o en sus garajes y los segundos en grandes edificios con un sinfín de plantas.
Pero, finalmente, el mejor resultado no lo obtendrán los que hayan dedicado más personas, más recursos o más dinero, sino el que haya aportado algo imprescindible en el desarrollo de software: Mayor conocimiento.