La beatificación del sacerdote menorquín Joan Huguet Cardona esta mañana en Tarragona, en el marco del Año de la Fe, ha sido impulsada por la diócesis como un ejemplo de fe, paz, perdón y reconciliación. Es cierto que la muerte violenta del joven presbítero se registró en Ferreries cinco días después de haber estallado la guerra civil española, pero hoy, 77 años después, no debe utilizarse para fines políticos ni intereses particulares.
La figura de Joan Huguet Cardona constituye hoy un ejemplo de fe y el testimonio de la ofrenda de la propia vida desde el amor y el compromiso con la Iglesia, como recoge la Guía del Catequista, publicada bajo el impulso del obispo de Menorca, Salvador Giménez.
Aquel joven de 23 años, nacido en Son Sanxo (Alaior), que falleció en Ferreries el 23 de julio de 1936, es presentado hoy como modelo de juventud, de sacerdote y de mártir; testimonio del Evangelio y de valentía: de firmeza con las creencias y las convicciones católicas.
Frente al peligro de los totalitarismos que han imperado en Europa y recortado tanto la libertad de las personas como la libertad religiosa, Joan Huguet representa la tolerancia, el respeto a las ideas y la convivencia.