Si no hay cambios de última hora, el Ayuntamiento de Maó aprobará esta semana el reparto de subvenciones a entidades sociales, culturales y deportivas de 2013. La puesta en marcha de un sistema que, en teoría, debía dotar de «transparencia» a este proceso ha derivado en algo más parecido al reparto de la pedrea de El Gordo, un sorteo en el que los grandes premios ya estaban asignados de antemano.
Para empezar, el gobierno municipal divide a las entidades en dos grupos: las que saben desde el principio cuánto dinero tendrán para organizar sus actividades -puesto que su asignación figura de forma nominativa en los presupuestos- y las que deben presentarse a un concurso para saber lo que les toca, si es que les toca algo, en el reparto.
Si tenemos en cuenta que estamos en diciembre y que todavía no se ha comunicado la asignación definitiva de este año, imaginen con qué planificación han podido trabajar.
Luego viene el análisis de cómo se ha hecho el reparto, y aquí nos encontrarmos con los «errores» que reconoce la propia alcaldesa y que la oposición califica de «caos y descontrol». Lo cierto es que el resultado del nuevo sistema ha sido un despropósito. Las entidades más activas, las de mayor trayectoria y proyección en sus actividades, han resultado las más castigadas mientras que otras van a recibir incluso más dinero del que habían pedido.
Dice el equipo de gobierno que tratará de buscar fórmulas para compensarlo de cara al próximo año. Mientras tanto, conocemos que el presupuesto público para la próxima representación teatral de Sant Antoni será de 29.0000 euros y que el coste efectivo del concierto de Pablo Alborán para el municipio fue de 25.000 euros.
Unos tanto y otros tan poco.