VIERNES, 17
Sant Antoni. Tras bendecir en la intimidad a Tronya y Allen con la aquiescencia de Inés, salimos a la calle desafiando los pronósticos meteorológicos que hablan de lluvias pertinaces que finalmente no comparecen. Es el día de la raza, ¡¿uy, en qué estaría yo pensando?!, quizá en ese airado auto que acaba de lanzar el fiscal Horrach (fiel a la cadena de mando que termina en el fiscal general del Estado, apéndice del gobierno), o en esas diatribas de la prensa de la caverna contra los manifestantes del barrio burgalés de Gamonal (he leído epítetos desde «bolcheviques y saboteadores profesionales» a «nosequéflautas»), o contra todo lo que se mueva en Cataluña…
Pero estaba en mi calle natal, la de Ses Moreres degustando quesos y charlando con unos y otros -entre ellos mi corajudo colega articulista Luis Sanz quien combate achaques dándole a la bota extremeña- de esto y lo de más allá, que poco tiene que ver con lo que acababa de leer en los medios. Es día de fiesta, la gente parece contenta, la niña también, y qué voy a añadir yo, salvo intentar comer en horario europeo, lo que suele ser complicado cuando te encuentras a unos y a otros («coger capazos», se dice en Aragón). Y bien que lo consigo, bajo la histórica muralla, con un suntuario arroz meloso en el Santa Rita mientras nos reconforta un tibio pero estimulante sol.
SÁBADO, 18
Se equivocan quienes achacan la revuelta de Gamonal a la violencia organizada. Claro que la hay, son los clásicos pescadores en río revuelto, pero ésta es la anécdota, no la categoría, que estaría más bien en el hartazgo de la ciudadanía ante el obsceno maridaje entre políticos y empresarios (de la construcción, preferentemente), lo que parece llegar a su paroxismo en Burgos cuando el emprendedor en cuestión detenta a su vez el poder informativo («Diario de Burgos», propiedad del constructor del bulevar), en lo que parece un caso de berlusconismo agudo. Esto no se resuelve con leyes anti manifestación ni con fuego graneado desde la batería mediática madrileña…
También se equivocan los muñidores baleares de la Ley de Símbolos, un engendro legislativo destinado a oficiar de lenitivo para la enfermiza obsesión anti catalana de un amplio sector del electorado conservador. En lugar de ansiolíticos y pedagogía democrática, se perpetran leyes limitadoras de la libertad de expresión para reprimir lo que simplemente no les gusta (deberían aprender de sus admirados amigos norteamericanos para quienes ni siquiera es delito quemar la enseña nacional). Son los mismos, en fin, que convierten en delito lo que para ellos es pecado. Y así vamos, de regresión en regresión, aunque eso sí, la prima de riesgo va de coña.
El frío tampoco ayuda y la ciudad aparece hoy desangelada, falta de tono vital a pesar de los tenderetes. Ni siquiera hay canelones de la yaya en el Q-s-i-n-s de Plaza Miranda, punto final de nuestro periplo sabatino, aunque no falta el buen rioja. Por la tarde me llama Tomeu, mi compañero de página, extrañado de que una fuerza viva como yo (sic) no aparezca en las consabidas fotos del sopar de «Es Diari». Le explico mi pruriginosa alergia a actos institucionales que me ha apartado (¿salvado?) de alguna que otra tentación política: ¿puede una mente sana imaginarse tener que asistir a una inauguración de una asociación de vecinos o de una plataforma anti algo un sábado con Messi de balón presente?
LUNES, 20
Ambiente de enero. Frío y humedad. Fealdad ambiental: monseñor Cañizares compara la homosexualidad con la hipertensión. Ambos son defectos que se pueden curar. Ignorancia, prejuicios y desparpajo, ¡virtudes tan españolas!
Humedad. Estornudos que no cesan; me viene a la memoria la descripción de Frank Mc Court en «Las cenizas de Ángela»: «De octubre a abril, las paredes de Limerick estaban relucientes de humedad. La ropa no se secaba nunca: los abrigos de tweed y de lana albergaban a seres vivos; a veces brotaban en ellos vegetaciones misteriosas… En la misa nos apiñábamos en grandes masas húmedas, dormitando mientras el sacerdote hablaba con voz monótona, mientras el vapor subía de nuestras ropas para mezclarse con el olor dulzón del incienso, de las flores y de las velas».
¡Ay, aquellos ensopits ejercicios espirituales en Sant Francesc con la tramontana ululando!
MARTES, 21
Exégesis varias de la entrevista de anoche al presidente Rajoy. Las baterías mediáticas gubernamentales atruenan con salvas de satisfacción y homenaje al político gallego, quien, «sin adelantar acontecimientos», dice «tener un plan para frenar a Cataluña», el mejor eslogan para acrecentar su caudal de votos Ebro arriba, pero el peor para reconducir de una vez por todas el espinoso asunto del encaje de Cataluña en España. Además, barrunto que la democracia es tozuda y la consulta acabará haciéndose, aunque sea vía elecciones plebiscitarias. ¿Mandarán entonces a la Brunete?
MIÉRCOLES, 22
Prosigue la cruzada por tierra, mar y aire: la autoridad competente, aparentemente civil, impide la recepción de Catalunya Radio en territorio valenciano.