Concebir una vida no es función exclusiva de la mujer, también es de competencia masculina. Cuando un hombre se entera que será padre suele sentir una alegría indescriptible pero también confusión y temor por lo que viene delante.
Con estos sentimientos la paternidad se convierte en un desafío: proteger a su nueva familia, proveerla de los cuidados y recursos necesarios. Formar y educar a un nuevo ser serán las nuevas tareas para el futuro padre.
Algunos afirman que el hombre tarda más en 'hacerse' padre que la mujer en convertirse en madre ya que la madre experimenta los cambios físicos que la conectan con la maternidad mucho antes que el varón; en algunos casos, puede que el hombre necesite ver a su hijo para conectarse emocionalmente con él. En general, un varón comienza a transformarse en padre cuando decide tener un hijo y se apropia de este proyecto desde la idea y desde el sentimiento. Durante la gestación, el hijo es para él una intuición, el vínculo que establece con él será de otro tipo, ya que solo podrá percibirlo a través del vientre de la madre, tocándolo cuando patea, o viendo su imagen a través de una ecografía. Los tiempos han cambiado y ahora los padres se involucran más tempranamente en la vida de sus hijos, desde la gestación, el proceso de parto y los cuidados postnatales.
Según los estudios psicoanalíticos, el padre tiene un papel radicalmente importante en el desarrollo psíquico del niño y es a través de él como los niños construyen su propia identidad y su padre es su modelo. Para la hija, el padre es el primer hombre que ella ama, y que necesita que la ame. Respecto al hijo varón, hay una forma de interacción física del padre con su hijo pequeño mediante juegos que en general es muy estimulante para el niño.
Otro aspecto indirecto fundamental se desprende del rol del padre como fuente de apoyo emocional a la madre y estará involucrado con el cuidado y la relación directa con el niño. El puede ayudar a mejorar la calidad de la relación materno-infantil, y por ende a facilitar la adaptación positiva del niño. Si la mujer siente el compromiso del padre con sus hijos, ella estará más dispuesta en su tarea de madre y se sentirá más satisfecha. El padre también cumple un papel muy importante cuando llega un nuevo hijo. Cuando el hijo mayor está celoso por los cuidados que la madre brinda al bebé, el padre puede acercarse más a su niño y darle el respaldo afectivo y la seguridad que necesita para la aceptación del nuevo hermano.
La figura del padre influye en todas las áreas del desarrollo del niño y niña, tan importante como la de la madre; ambos son vitales y necesarios para el desarrollo del niño, aunque son diferentes. Los niños que crecen en un hogar donde padre y madre mantienen una relación cercana con sus hijos, son personas que van a tener mayor estabilidad emocional que los que tuvieron ausencia de alguna de las figuras. Si este fuera el caso, los hijos buscarán llenar estas necesidades con algo o alguien más. Cerca de los tres años los niños necesitan la imagen de un hombre para definir su identidad sexual; por ello, es importante que exista una figura masculina cercana que influya y tenga un vínculo con su hijo. Puede ser el tío, el abuelo o alguien quien refleje el lugar masculino y de quien el niño pueda adquirir adecuados modelos, normas de conducta y convivencia social.
Es importante que en todo momento los padres recuerden que su participación en la vida de sus hijos desde el primer día mejorará la relación con ellos a corto y largo plazo y los ayudará a desarrollarse mejor.