Según parece, el tiempo cura las cosas y trae las rosas. Esto es, el tiempo se encarga de curar las heridas y trae otros tiempos mejores. Si usted es de los que ven la botella medio llena no se preocupe, un día u otro olerá el perfume de las rosas. Aunque en estos tiempos en que todo es artificial y las rosas son de cultivo he visto algunas floristas añadir el perfume a las rosas con un rociador de spray artificial, lo cual indica que ya ni las rosas son lo que eran. Si es de los que siente nostalgia de la cocina pobre de esta tierra pobre también echará de menos algunos productos como las vísceras para hacer trunyelles, el brossat a granel para hacer formatjades, la llet espessa, el formatge tendre y demás alimentos que no se encuentran fácilmente, debido a las normas de sanidad y a la esterilización de los productos lácteos. También dicen, tiempo presente, al mentarlo ya es ausente. De modo que la caducidad de las cosas resulta proverbial.
Sin embargo tendemos a pensar que los buenos tiempos van a durar para siempre. Esto se echa de ver en los futbolistas, que suelen durar una década, sobre poco más o menos, y luego ya nadie se acuerda de ellos; a menos que pierdan estrepitosamente un partido y entonces no se acuerdan de ellos ni de la noche a la mañana, como no sea para mentarles la madre. Recuerdo que mi tío Mario tenía la entrada de la fonda empedrada de fotos de futbolistas, todas del Barcelona. En algunas aparecía él rodeado del equipo oficial de la temporada, fumando un puro morrocotudo, como los de Nicolau Casaus. Futbolistas que fueron grandes en la temporada 1951-52, con el Barcelona de las cinco copas, futbolistas que Joan Manuel Serrat nombró en su «Temps era temps», donde retrataba las grandezas y miserias de la postguerra. Serrat olvidó a Jordi Vila i Soler, que se alineó con los Kubala, Ramallets, Biosca, Segarra, Basora, César, Moreno y muchos más que llenaban los receptores de radio de ilusión, entre las penurias de cada día y los pantanos del Generalísimo. Recuerdo el eslogan de aquellos tiempos, en que yo era un niño: «Tira Kubala y ampara Ramallets» Porque Ramallets lo paraba todo y Kubala lo marcaba todo, a lo mejor incluso el paso implacable del reloj. Teníamos trunyelles, brossat y queso tierno, chocolate de neu y estampas de futbolistas. El tiempo curaba todas las cosas, pero muchos de los futbolistas citados ya murieron, Jordi Vila nada menos que en Ciutadella, y todavía hay quien sigue esperando las rosas.