Cada nuevo curso se repite la historia. Cada nuevo curso es impredecible. Hay cosas que no cambian nunca, mientras que otras se renuevan continuamente. Entonces ¿En qué quedamos? Para no caer en la rutina, suceden cosas desconcertantes. Para no angustiarnos, nos agarramos a lo ya conocido, a lo habitual, a lo que amamos...Necesitamos lo previsible tanto como lo sorprendente...Aspiramos a evitar sobresaltos, al tiempo que hacemos lo que sea para huir del aburrimiento. Queremos que las cosas nos resulten familiares, aunque no todos los familiares nos aporten la misma tranquilidad...
Necesitamos urgentemente la renovación y el cambio. Muchos están dispuestos a renovarse o morir. No debemos ser conformistas, inmovilistas ni miedosos, cuando se trata de mejorar lo que no funciona o lo que ha quedado obsoleto. También es preciso no perder de vista lo que somos: nuestra historia, nuestros valores, nuestra herencia colectiva. ¿Seremos capaces de hacerlo sin entrar en contradicciones insolubles o dolorosos conflictos? ¿De forma pacífica y dialogada? ¿Con voluntad de entendernos?
Si aprendemos de los errores del pasado, lo conseguiremos. Un error es algo que podemos cambiar para no repetirlo. Aprovechar lo negativo, para transformarlo en algo positivo. Descifraremos el futuro este otoño, mientras al árbol de la isla se le caen los turistas.
Estudiemos la historia y nos parecerá que todo es lo mismo. Y que todo es diferente.