Te aseguro que de los 54 artículos que comparto al año en este coto privado de ideas mientras estamos Asseguts a sa vorera, éste es el más difícil. La columna que precede a las fiestas de la Mare Déu de Gràcia es la que más presión me produce, presión que sin duda me pongo yo mismo porque quiero estar a la altura de los días que se celebran, pero que condiciona en el 'tiquitiqueo' del teclado. Sería un suicidio literario ponerme ahora a explicarte qué suponen para mí estos días tan especiales porque seguramente jamás estaría lo suficientemente satisfecho con lo escrito y, por supuesto, tampoco lo estarías tú. Cada persona es un mundo y en cada mundo Gràcia es distinta.
Te aseguro, eso sí, que este año será diferente y especial. He iniciado la campaña de las #PomadesSolidàries (sí, otra vez, soy un cansino, lo sé pero te prometo que el artículo del próximo sábado intentará compensar si los dos últimos no te han gustado) y estos días vivirán sus últimos coletazos. Pasearé desde hoy hasta el martes orgulloso y dispuesto a recibir las colaboraciones de aquellas personas que todavía no lo han hecho o de aquellas que quieren 'invitar' a otra ronda. Me gustaría que la gente no solamente respondiera a mi popular llamada sino también al grito desgarrador que acompaña a cualquier afectado por el ELA o cualquiera que sea la maldita enfermedad que lo acecha, que no concluirá con el fin de las fiestas.
Habrá tiempo para hacer las pomadas de toda la vida o las cervezas con las que brindaremos rememorando lo que ha dado de sí este verano o por lo que nos deparará este invierno. Sin duda bailaremos la canción tonta de moda con su tonto baile pegadizo, los recuerdos nos regalarán momentos de risas y otros en los que alzaremos los vasos por aquellos que se han largado antes de hora y hacen cola en los bares de allá arriba.
A los fieles parroquianos de esta columna quizás les suene el artículo del año pasado. Sin duda aplicaré el mismo cuento, «Y si llueve, que llueva...». Será, para los que habéis participado, como la iniciativa del cubo contra el ELA pero a gran escala, sin cubitos de hielo y sin despilfarrar agua. Así que no tenéis excusa. Si os mojáis por lo uno, os mojáis por lo otro.
Pero en fin. Me estoy quedando sin espacio y un año más acabo con estas líneas sin estar contento con lo que he escrito, sin firmar la mejor columna de mi vida. Quizás la del año que viene... De lo que no me cabe la menor duda es de que estas sí que pueden ser las mejores fiestas de mi vida.
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