Cuando uno da su opinión en público de forma periódica, le asaltan dudas del tipo: ¿servirá para algo?, ¿a alguien le importa?,¿ no estaría más tranquilito sin abrir la boca?. Es natural y es humano porque nos han vendido que la comodidad es felicidad, que más vale callar y guardar las formas que arriesgarse e implicarse. Bien, que cada cual elija su camino, pero callarse no es bueno para las úlceras, y este modesto espacio surgió como la necesidad de ejercer el derecho a réplica, así que mientras este diario me lo permita, y ustedes queridos lectores me acompañen, por aquí estaremos.
Al lío, señores del Partido Popular que ocupan un cargo público sean valientes. No confundan lealtad con servilismo, no dejen que los corruptos con el mismo carné político que usted tomen la representación de su partido. Si usted piensa que lo está haciendo bien, si usted es honrado, si usted es coherente, si tiene las manos limpias y la conciencia tranquila, si le repugna la corrupción, legal o moral, levante la voz de una vez, dígalo alto y claro.
Díganlo con valentía a sus votantes, que deberán ser los más indignados, a sus bases y al resto de los ciudadanos. «Sí, soy un cargo público del Partido Popular pero condeno con firmeza la corrupción, toda la corrupción y con más fuerza la de mi partido porque es la que más me duele. Que los que en teoría defienden mis ideas y están en mi bando sean unos ladrones (recordemos que son decenas de imputados) me avergüenza y me cabrea. Lo digo públicamente para que todos lo oigan. Me avergüenzo por haberle dicho a la gente que se apretará el cinturón mientras cargos de mi partido robaban a manos llenas y se lo gastaban en cacerías, mariscadas, timbas de póker y prostitución, pagándolo todo con dinero público mientras se lo quitábamos a los más desfavorecidos».
Les invito a hacerlo, les invito a que les lleven a prisión y les obliguen a devolver lo robado. Anímese a hacerlo si no quiere ser metido en el mismo saco. No se esconda tras el «y tú más». Los de los Eres de Andalucía, los corruptos de las cúpulas sindicales, los ladrones de de otros partidos políticos también serán señalados, también serán condenados. Pero esos no son los suyos, son los otros, la corrupción que más le debería preocupar es la de sus hermanos de partido. El silencio o el pedir perdón sin más ya no sirve. La tibieza y el sometimiento a vuestra cúpula os harán cómplices necesarios.
Empiecen aquí en Menorca, como el primer sol que sale por el este, desde Es Castell a Ciutadella: «Soy un cargo público del Partido Popular de Menorca pero no soy un corrupto. No soy más rico desde que me dedico a la política. No enchufo a nadie. No abuso de prebendas ni privilegios. Mis cuentas son públicas y trasparentes. Gano un sueldo digno y no abusivo. Sirvo a los ciudadanos temporalmente porque la política no es mi profesión. Denunciaré los abusos y la corrupción de mis compañeros de partido porque me avergüenzan y me desacreditan. No repetiré como un papagayo el ideario que me manda la cúpula cada mañana por email, porque tengo criterio y Menorca es mi prioridad.»
Desde la fuerza que dan la pobreza y el desamparado provocado por estos gestores de lo público, pero también desde la energía que otorgan la razón y la justicia social, muchos os exigen este pequeño gesto. Quizás sea demasiado tarde, pero los honrados deberían recoger la invitación, que menos ¿no?
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