Este fin de semana he conocido la etimología de la palabra idiota, gracias a mi paso por la primera de las Jornadas particulares que organiza Talleres islados este invierno en Menorca, en esta ocasión con Bernardo Souvirón como maestro y La Torre de Papel como escenario en Ciutadella (en Sant Lluís lo fueron las Bodegas Binifadet). En el encuentro titulado «Del héroe al ciudadano. Libertad y democracia en la Grecia antigua», Souvirón hizo un repaso ágil y entusiasta (casi como si hubiera estado allí, entre Solón —su busto, en la imagen— y Clístenes, y hubiera viajado ahora a este siglo, a esta isla, para contarlo a quien quiera escucharle) en torno al nacimiento de la democracia en Atenas, hace dos mil quinientos años. Fueron muchas las vías/venas abiertas en ese viaje conectado, claro, con lo que estamos viviendo y la que más me trae de cabeza es la idiotez. Idiota, nos explicó, es una palabra que llegó al castellano a través del latín idiota, a su vez, del griego ἰδιώτης, leído «idiotes», y venía a ser aquel que se preocupaba solo de sí mismo, de sus intereses privados y particulares, sin prestar atención a los asuntos públicos y/o políticos. Se convirtió luego en un insulto y es que en aquella primera democracia/cuna, la participación en la vida pública era un deber inexcusable del ciudadano (algo que fuimos perdiendo, anestesiados, hasta una pasividad inaudita: la del voto, si acaso, cada cuatro años y que, por suerte y desde el 15M, ha despertado de nuevo y encontrará la manera de hacerse oír, por más leyes mordazas/medievales con los días contados que impongan a golpe de mando). Hoy, en el DRAE, idiota viene a ser aquel «que padece de idiocia»; «engreído sin fundamento para ello»; «tonto, corto de entendimiento» o quien «carece de toda instrucción». Pero es el origen de la palabra lo que importa ahora, en un tiempo de echar la vista atrás para poder avanzar.
Aún faltan meses para las elecciones municipales y ya acechan las encuestas, siempre tan cuestionables: ninguna encuesta, por ejemplo, vislumbró la avalancha de votos que cosechó Podemos en las elecciones europeas (no sabemos si se ocultó el dato para no animar a otros a sumarse o no llegaron a él los estudios demoscópicos). La última encuesta que he leído se publicaba en este mismo medio: un sondeo realizado durante el mes de noviembre, de Infortécnica para «Es Diari», con 552 entrevistas telefónicas aleatorias en todas las poblaciones de Menorca, según explicaba el artículo correspondiente. El titular devolvía el bipartidismo en extinción al punto de mira: «El PP obtiene la mayoría absoluta en el Consell y el PSOE continúa a la baja», pero dejaba en segundo plano otro dato, que «más de la mitad de los entrevistados no tiene el voto decidido o prefiere no responder al cuestionario», nada menos que un 57 por ciento. Es decir, que las respuestas se reducían a unas doscientas personas de un censo de casi setenta mil electores, teniendo en cuenta que de los encuestados que sí tenían su voto decidido, casi un 12 por ciento indicó que se abstendría o votaría en blanco en los próximos comicios. El artículo sobre la citada encuesta acababa con una frase rotunda en medio de una información: «El PP tiene garantizado que será el partido más votado en las elecciones al Consell». No termino de verlo, la verdad.
Descubro también en el diario que Vueling y Air Nostrum, las responsables del monopolio aéreo entre las rutas que unen la Isla con Barcelona y Madrid, respectivamente, han aumentado sus frecuencias navideñas para «dar servicio a los clientes, que en las últimas semanas habían detectado un auge de los precios ante la escasez de plazas». Amplían las frecuencias a mediados de diciembre, cuando la mayoría ya se ha gastado todo aguinaldo posible: un amigo, 600 euros en la ida y la vuelta a Valencia —de él, su compañera y su hija— para ver a su familia en navidades. Espero que la presión en las redes sociales haya servido de algo, aunque sigue siendo peligroso que estas decisiones las tomen empresas privadas y en el momento que ellas consideren oportuno (cuando ya se han llenado los bolsillos). Mientras tanto, en la Reserva de la Biosfera se siguen construyendo a toda máquina las desproporcionadas e innecesarias macrorrotondas de la carretera general, con un presupuesto desorbitado en tiempos de miseria, y además no quieren parar ahí: ahora presentan otro tramo que destrozar, entre Ciutadella y Ferreries. Por favor, participemos/actuemos todos (cada uno en la medida de sus posibilidades) para cambiar las cosas que nos afectan de la vida pública: no seamos idiotas.