Cuando la Constitución cumple un nuevo año, los políticos, que son de ordinario poco dados a la política de anticiparse a los acontecimientos, más bien son todo lo contrario, suelen llegar a los hechos cogidos por el ronzal de la evidencia, cuando no empujados por el clamor ciudadano. Pues van estos días y hablan de retocar o modificar la Constitución, cuando lo primero que habría que hacer era cumplir con ella. La Constitución americana es centenaria y no será porque no contemple controvertidas cuestiones, como esa genuinamente americana de acogerse a la quinta enmienda.
Pedro Sánchez anda desasosegado con eso de meterle mano a la Constitución, pero Rajoy dice que aquí cada uno quiere con la Constitución 'arrimar el ascua a su sardina' y no le falta razón al presidente. En mi opinión tampoco hay que ser un politólogo de los que se lo curran, basta con no ser tonto del todo para darse cuenta que como es lógico, Rajoy no puede separar lo de darle un tiento a la Carta Magna teniendo como tiene en el 2015 unas elecciones municipales y unas elecciones legislativas. Supongo yo que también Rajoy sabe que tarde o temprano (mejor temprano) deberá de poner al día todo lo inherente a la Casa Real respecto a la Constitución, toda vez que de momento no hay heredero si no heredera. Por otra parte, desde la pura oportunidad déjenme decirles que nunca tuvo el PP, ni posiblemente tendrá, mejor momento para hurgar en lo que chirría de la Constitución dada su aplastante mayoría absoluta que le permite no tener problemas a la hora obligada de no tener que tragar con ruedas de molino, como aquellos en cuya orfandad de votos tienen la quiebra cuando pretenden imponer sus criterios.
Lo malo de retocar la Constitución en el momento actual, radica en la obligación de que estén todas las fuerzas políticas estén representadas porque si se les ocurriera hacer un retoque sólo entre PP y los socialistas, lo que hagan nacerá débil cuando no como un nuevo caballo de batalla que venga a alimentar aún más el separatismo institucional y político, porque precisamente ahí es donde está el nudo gordiano (1). Nudo que no se puede cortar a tajo de espada como hizo Alejandro Magno. Más bien debe de hacerse desde la prudencia y con esa pertinaz persistencia y vehemencia de la política.
Tal cual tenemos en estos momentos la política autonómica, no ha menester ser un lumbreras para darse cuenta cabal que a la mesa donde se intente adecuar una nueva Constitución a los tiempos actuales, no van a acudir ni vascos ni catalanes, porque sería verdaderamente un anacronismo, una sin razón, porque lo que ellos quieren es una constitución propia, una constitución para vascos y otra para catalanes, hecha la vasca por y para los vascos y la catalana por y para los catalanes. De manera que eso de adaptar la Constitución, en definitiva modernizarla, no lo veo yo nada fácil a no ser que tengamos y yo no lo sepa, cabezas pensantes superiores a la de Alejandro Magno, capaces de deshacer el nudo gordiano en que han convertido a la Constitución sin darle un espadazo.
(1) El origen de la expresión alude al nudo que ataba al yugo la lanza del carro del rey Gordias de Frigia y que Alejandro Magno, ante la imposibilidad de deshacerlo porque sus nudos estaban ocultos, decidió cortarlo de un tajo con la espada.