La lotería tiene que ver con el tacto. O te toca o no te toca. ¡Ay, si nos tocase la lotería! Sería como aquello de «si yo fuera rico» o «si yo tuviera una escoba»: suposiciones. Cosas de la imaginación, que viene de imagen... Nos hacemos una imagen en nuestra cabeza, concretamente: cerebro. El cerebro puede calcular, prever, controlar... Luego todo es una lotería y te toca o no te toca. Hay cosas aleatorias que nos afectan, o nosotros mismos somos aleatorios e imprevisibles. Por eso, tenemos supersticiones, amuletos, números de la suerte.
Uno puede ser escéptico, pero al final todos creemos en algo o en alguien. Confiamos en él o en ella. Luego, te toca o no te toca. Pero si te toca, es la felicidad completa. La felicidad no se divide en partes: o eres feliz o no lo eres. La felicidad no sabe de tantos por ciento. Podemos ser felices con poco y desgraciados con mucho. Si elegimos al azar uno de nuestros libros, lo abrimos por una página cualquiera y escogemos la primera palabra que veamos, esa palabra es aleatoria. Una lotería verbal que, en este caso, ha recaído en «locuaz»; es decir, lo contrario que reservado. Podría haber sido «servilismo» o «superfluo», pero la suerte o la desgracia ha hecho que de todas las posibilidades (que hay muchas), sólo ésta se haya materializado para que pueda escribirla. Prueben a repetir la operación. Si también les sale «locuaz», es como si les hubiese tocado «el gordo».